Juan 21, 20-25

"Tú, sígueme"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo  

 


Después de escuchar Jesús la triple confesión de amor de Pedro (como reparación de la triple y cobarde negación la noche del arresto y traición) le confía Jesús a Pedro el pequeño rebaño de la naciente Iglesia y le anuncia que el precio a pagar por su amor será el martirio, ya que otros "le llevarán a donde no quiera".

Juan sigue de cerca a Pedro y a Jesús y ve y oye cómo Pedro pregunta a Jesús por la suerte, que le espera a Juan, identificado como hijo del Zebedeo y hermano de Santiago. Ha estado Juan en la Última cena y se ha recostado sobre el pecho de Jesús. Es el único de los Apóstoles, Juan, el que acompaña a Jesús al pie de la Cruz y recibe en esos momentos el encargo de cuidar a su madre, la Virgen María. Es Juan también el que ha corrido con Pedro hasta el sepulcro. Y es Juan el primero que, a la orilla del Lago, reconoce a Jesús en el hombre misterioso, que se acerca a ellos y que les pregunta si tienen algo que comer. Ahora está atento al diálogo entre Jesús y Pedro.

Y escucha una extraña profecía sobre él, precisamente él, que siempre amó al Señor. "Si quiero -escucha Juan- que éste se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?". Así nos va mostrando Jesús caminos diferentes en la línea del amor y frutos de la riqueza del Espíritu, ya que diversas son las necesidades del rebaño al que hay que servir.

Quiere Jesús que la unidad del grupo se dé en torno a los hermanos débiles. Y el encargo concreto, que Jesús da a Pedro, como hermano mayor, es que no sea él el centro, pero que sí sea el promotor de la unidad entre todos ellos. Así queda Pedro abierto al amor frente a cualquier hermano, abierto al servicio y a la ayuda diaria sin saber el rumbo que, a cada uno nos irá marcando la historia. El determinar el futuro enfría o destruye el amor. Está más vivo el amor cuando
se vive en la incertidumbre, porque entonces compromete más la libertad responsable y se abre más a la gracia., que nos descubre nuevos caminos de amor. Alguien ha dicho últimamente con acierto para sopesar nuestra compromiso "aquí y ahora": "Díme qué Cielo esperas y te diré qué Tierra
construyes."