XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
San Marcos 6,30-34:
Confianza del cristiano

Autor: SS. Juan Pablo II

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

 

(Jer 23,1-6) "El Señor es nuestra justicia"
(Ef 2,13-18) "Ahora estáis en Cristo Jesús"
(Mc 6,30-34) "Eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer"

Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II

• Confianza del cristiano • Rezar por los pastores de la lglesia • Renovación espiritual • Oración por los que sufren.

1.La figura del Buen Pastor ocupa el centro de la liturgia de este domingo. Es una figura particularmente simpática en el Evangelio; por ello, la lglesia habla frecuentemente de ella.

Hoy lo hace, recurriendo a la parábola evangélica, pero citando antes las palabras del Salmo:

“Es Yahvé mi pastor; nada me falta” (Sal 22 (23), 1).

En la liturgia renovada estas palabras las sentimos muy cercanas. Nos gusta cantarlas, comprendiendo bien el significado de la metáfora que aparece en las palabras del Salmo:

“Me hace recostar en verdes pastos / y me lleva a frescas aguas. / Recrea mi alma, / me guía por las rectas sendas / por amor de su nombre” (Sal 22 (23), 2-3).

Cantamos frecuentemente estas palabras para abrir ante el Señor toda nuestra alma y todo lo que la atormenta:

“Aunque haya de pasar por un valle tenebroso, / no temo mal alguno, / porque tu estás conmigo...” (Sal 22 (23), 4). Nuestra peregrinación terrena no es un andar errantes por caminos intransitables. Hay un Pastor que nos conduce, que quiere nuestro bien y nuestra salvación, no sólo en esta vida, sino también en la eternidad:

“Sólo bondad y benevolencia me acompañan / todos los días de mi vida; / y moraré en la casa de Yahvé / por dilatados días” (Sal (23),.6).

2. La liturgia de este domingo dirige al mismo tiempo nuestra atención hacia los que el Señor llama a una especial participación en su solicitud pastoral por el hombre.

El Profeta Jeremías habla con palabras fuertes de la gran responsabilidad que tienen los Pastores de cada una de las naciones. He aquí por qué nace en nosotros, reunidos para el Angelus dominical, la necesidad de rezar por los Pastores de la lglesia en el mundo.

Que el “báculo pastoral” sea un “consuelo” para todo el rebaño confiado a los Pastores.

Que se realicen esas palabras proféticas quo tan frecuentemente sentimos y cantamos:

“Tú dispones ante mi una mesa / enfrente de mis enemigos, / Derramas el ó1eo sobre mi cabeza, / y mi cáliz rebosa” (Sal: (23), 5).

Que se cumplan estas palabras.

Que los Pastores -dignos discípulos del Buen Pastor- pueda preparar en todo el mundo “un banquete de la Palabra Divina” y un “banquete eucarístico”.

Que en los sacramentos, mediante la unción con los santos óleos, transmitan las “riquezas de su gracia” (cfr. Ef 1, 7) a cuantos están en camino hacia la patria eterna.

3. Jesús, en el Evangelio de hoy, dice a los Apóstoles: “Venid, retirémonos a un lugar desierto para que descanséis un poco” Mc 6,31). Encomendemos a la solicitud del Buen Pastor a todos aquellos que descansan estos días, aprovechando las vacaciones del trabajo.

Recemos sobre todo al Señor por aquellos que buscan los lugares solitarios para renovarse espiritualmente. Por aquellos que -precisamente durante las vacaciones- buscan el recogimiento y hacen los ejercicios espirituales.

Que se realicen sobre ellos las promesas de la liturgia de hoy ligada a la figura del Buen Pastor.

4. En las intenciones de nuestras plegarias, no podemos olvidar a los que sufren, a los hermanos que padecen calamidades, enfermedades y sobre todo los horrores do la guerra. Pensemos en las numerosas víctimas del conflicto entre Irán e Irak que se ha desencadenado de nuevo estos días. Recordemos los sufrimientos de la población de Beirut, asediada desde hace varias semanas bajo frecuentes bombardeos y privada de lo necesario.

Recemos al Señor, por intercesión de María, para que alivie tantos dolores y consuele a los que se encuentran en la angustia y en el peligro.