XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
San Lucas 14, 1. 7-14: Cada hombre es un invitadoAutor: SS. Juan Pablo II
Fuente: almudi.org (con permiso) suscribirse
En el Angelus (31-VIII-1980)
--- Cada hombre es un invitado
--- Cada hombre es un invitado
La liturgia de hoy -y sobre todo el Evangelio- nos dice a cada uno, a
cada hombre, que es “invitado”. A lo largo de la historia se ha tratado de
distintos modos -y se trata actualmente- de expresar la verdad sobre el hombre,
y de una respuesta a esta pregunta: ¿Quién es el hombre?
Cristo llama al hombre “el invitado” y lo manifiesta directamente en algunas
parábolas e indirectamente en todo el Evangelio. El hombre es un “invitado” por
Dios. No sólo ha sido llamado a la existencia como todas las demás criaturas del
mundo visible, sino que desde el primer momento de su existencia y para todo el
tiempo de su vida terrena, ha sido invitado; invitado a un “banquete”, o sea, a
la intimidad y comunión con el mismo Dios, más allá del ámbito de esta
existencia terrena.
Esta invitación es decisiva por lo que respecta a la dimensión cabal de la vida
humana.
Al aceptar el hecho de ser “invitado”, el hombre vuelve a encontrar la verdad
plena sobre sí. Y descubre asimismo su puesto justo entre los demás hombres. En
esto consiste el significado fundamental de la humildad de que habla Cristo en
el Evangelio de hoy, cuando recomienda a los invitados a la “boda” que no ocupen
el primer puesto, sino el último, en espera del puesto definitivo que les
señalará el amo.
"En esta parábola está oculto un principio fundamental, o sea, que para
descubrir que ser hombre significa ser invitado, es necesario dejarse guiar por
la humildad. El juicio desatinado sobre sí mismo ofusca en el hombre lo que está
inscrito profundamente en su humildad, es decir el misterio de la invitación que
viene de Dios.
En la oración que rezaremos dentro de poco se repetirán las palabras de María de
Nazaret: “Ecce ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum”. Que estas
palabras nos ayuden siempre a volver a descubrir continuamente esta verdad que
cada uno de nosotros está “invitado” en Jesucristo. Y nos ayuden a responder a
esta invitación que nos hace Dios, en la que se sintetiza la justa dignidad del
hombre.