Fiesta de la Sagrada Familia, Ciclo A.
Mateo 2, 13-15, 19-23 : “La Familia de Nazaret”

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

Carta monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia
(30 de diciembre de 2007)

 

“La Familia de Nazaret” El domingo siguiente de la Navidad la liturgia nos invita a celebrar “la Sagrada Familia de Jesús, María y José”. Realmente es un misterio maravilloso y fruto de la misericordia de Dios, el que Él haya querido hacerse uno de nosotros, asumiendo nuestra naturaleza humana, nuestra historia, elegido un pueblo y un lugar marginal para nacer, en un pesebre y una familia, la familia de Nazaret.

El Evangelio de este domingo (Mt. 2,13-15, 19-23), nos señala que esta historia de la Salvación con el “Sí de María y la Encarnación”, no iba a ser fácil: “Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt. 12,13). En este domingo, es necesario que los cristianos oremos y reflexionemos sobre el modelo de familia que nos propone la Palabra de Dios.

En el documento “Navega mar adentro” que busca orientar la Evangelización en nuestra Patria, señala que uno de los desafíos pastorales en este inicio de siglo es “la crisis del matrimonio y la familia”. Dicho texto señala: “Ha ganado terreno también entre nosotros un modelo que quiere imponerse a través de ideologías que relativizan el concepto del matrimonio y de la familia, influyendo en vastos sectores de la sociedad. Entre otras realidades podemos mencionar: ciertas perspectivas de género, los nuevos modelos de relación entre sexos y roles de varón o de mujer. El creciente número de uniones de hecho, las nuevas parejas de divorciados y otros tipos de convivencia, requieren nuevas formas de acogida y atención pastoral. Por otra parte, entre otros factores, el acentuado individualismo provoca en las familias falta de comunicación, superficialidad e intolerancia, cuando no agresión y violencia. Sin protección a la minoridad y a la intimidad familiar, los medios de comunicación entran irrespetuosamente en los hogares contagiando frivolidad y antivalores, que hieren de múltiples maneras a la institución familiar” (41).

Aún en medio de estas dificultades nuestra gente tiene una profunda valoración por la familia. Es más, no se entiende sin relación a ella. En el seno familiar se aprende todo lo esencial y se generan todas las relaciones de filiación, maternidad, paternidad, fraternidad… es ahí donde cuando se plantean bien los valores como la vida, la justicia, la solidaridad… se contrapone a tantísimos antivalores y males que dañan a nuestros niños y adolescentes.

En Aparecida se tomó especialmente en cuenta la importancia de la familia y la necesidad que los Estados en nuestro continente tengan este tema como una clave para una sana construcción social. En uno de los textos nos señala: “Esperamos que los legisladores, gobernantes y profesionales de la salud, conscientes de la dignidad de la vida humana y del arraigo de la familia en nuestros pueblos, la defiendan y protejan de los crímenes abominables del aborto y de la eutanasia, esta es su responsabilidad. Por ello, ante leyes y disposiciones gubernamentales que son injustas a la luz de la fe y la razón, se debe favorecer la objeción de conciencia. Debemos atenernos a la “coherencia eucarística”, es decir, ser concientes de que no pueden recibir la Sagrada Comunión y al mismo tiempo actuar con hechos o palabras contra los mandamientos, en particular cuando se propicia el aborto y la eutanasia y otros delitos graves contra la vida y la familia. Esta responsabilidad pesa de manera particular sobre legisladores, gobernantes y los profesionales de la salud” (Ap. 436).

No dudo en reiterar que nuestra Patria y Provincia se sanará moral, cultural e incluso económicamente, si el tema de “la familia” se lo sitúa como una cuestión de estado. Este tema no es solo importante desde una perspectiva religiosa, sino antropológica, sicológica, sociológica y cultural, y del mismo dependen que se puedan generar valores esenciales para cualquier cultura.

En este contexto navideño, la liturgia nos propone el modelo de la familia de Nazaret, de Jesús, María y José. Es una buena oportunidad para que consideremos la centralidad que tiene “la cuestión familiar” en el proyecto de país y provincia que queremos.

Como Obispo y Pastor quiero pedir a Dios por todos nosotros, para que iniciemos un año lleno de buenos augurios. Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo.

 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas