XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Lucas 17, 5-10:
Iglesia misionera

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

Carta monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 27º domingo durante el año
(7 de octubre de 2007)

 

Durante octubre celebramos el mes de las misiones, en concreto en la Argentina el próximo domingo 14 será la Jornada Mundial de las Misiones, que cada año va acompañada de un Mensaje del Santo Padre y este año lleva como título “Todas las Iglesia para todo el mundo”. En estos domingos iremos tomando estas reflexiones del Papa y trataremos de aplicarlas en el contexto de nuestra vida diocesana y el camino evangelizador que estamos viviendo.

En nuestra Diócesis debemos dar gracias a Dios por el Año Jubilar que estamos transitando, y que culminará el 18 de noviembre en la peregrinación a Loreto, donde celebraremos, en el día de los Mártires de las Misiones, San Roque González, San Juan del Castillo y San Alonso Rodríguez.

Durante este año jubilar no solo quisimos tener algunos momentos extraordinarios, sino que nos propusimos que este año de gracia nos ayude a vivir más profundamente la razón de ser de la Iglesia que es la evangelización. Por este motivo nos preparamos durante los últimos años para celebrar el primer Sínodo Diocesano, que en este domingo concluye su última sesión. Todo el Sínodo, reflexión, discernimiento, búsqueda de desafíos y orientaciones pastorales, los hemos puesto en oración para implorar al Espíritu Santo que acompañe lo vivido y sus frutos. Podemos decir que celebramos los 50 años tratando de ahondar en aquello que da sentido y es razón de ser de la Iglesia que es misionar, evangelizar.

En estas reflexiones tomaremos algunos de los textos del Mensaje del Papa para que podamos pensar nuestra propia realidad personal y diocesana. El Papa nos dice: “Con ocasión de la próxima Jornada mundial de las misiones quisiera invitar a todo el pueblo de Dios —pastores, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos— a una reflexión común sobre la urgencia y la importancia que tiene, también en nuestro tiempo, la acción misionera de la Iglesia. En efecto, no dejan de resonar, como exhortación universal y llamada apremiante, las palabras con las que Jesucristo, crucificado y resucitado, antes de subir al cielo, encomendó a los Apóstoles el mandato misionero: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 19-20).

En la ardua labor de evangelización nos sostiene y acompaña la certeza de que él, el Dueño de la mies, está con nosotros y guía sin cesar a su pueblo. Cristo es la fuente inagotable de la misión de la Iglesia. Este año, además, un nuevo motivo nos impulsa a un renovado compromiso misionero: se celebra el 50° aniversario de la encíclica Fidei donum del siervo de Dios Pío XII, con la que se promovió y estimuló la cooperación entre las Iglesias para la misión ad gentes.

El tema elegido para la próxima Jornada mundial de las misiones —«Todas las Iglesias para todo el mundo»— invita a las Iglesias locales de los diversos continentes a tomar conciencia de la urgente necesidad de impulsar nuevamente la acción misionera ante los múltiples y graves desafíos de nuestro tiempo. Ciertamente, han cambiado las condiciones en que vive la humanidad, y durante estos decenios, especialmente desde el concilio Vaticano II, se ha realizado un gran esfuerzo con vistas a la difusión del Evangelio.

Con todo, queda aún mucho por hacer para responder al llamamiento misionero que el Señor no deja de dirigir a todos los bautizados. Sigue llamando, en primer lugar, a las Iglesias de antigua tradición, que en el pasado proporcionaron a las misiones, además de medios materiales, también un número consistente de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, llevando a cabo una eficaz cooperación entre comunidades cristianas. De esa cooperación han brotado abundantes frutos apostólicos tanto para las Iglesias jóvenes en tierras de misión como para las realidades eclesiales de donde procedían los misioneros”.

En nuestra Diócesis durante siglos hemos sido beneficiados por esta comunión de bienes proveniente de Congregaciones religiosas nacidas sobre todo en Europa. Es cierto que quizá nos mal acostumbramos quedándonos demasiado pasivos recibiendo sacerdotes misioneros y aportes del extranjero, sin darnos cuenta que como Iglesia local que cumple 50 años, que es aún joven, tiene la responsabilidad de ir asumiendo la profundización de su condición de pueblo de Dios, del ejercicio de la propia comunión de bienes y la necesidad de ser misionera aún dando desde su pobreza.

 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas