II Domingo de Pascua, Ciclo A
Juan 20,19-31:
“La religiosidad Light”

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

“La religiosidad Light”

Durante el tiempo Pascual en la liturgia vamos leyendo textos bíblicos que hacen referencia al encuentro de Jesús Resucitado, con sus discípulos. También leemos el libro de los Hechos de los Apóstoles en donde nos relata la Evangelización de la Iglesia en sus primeros años. Este domingo leemos en la primera lectura: “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones... y cada día el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse” (Hch. 2, 42-47). Es importante señalar que problemas y desafíos no le faltaron. En los Hechos, nos narra como desde el principio la Iglesia padeció persecuciones, calumnias y algunos de ellos dieron sus vidas, sufriendo el martirio.

 

La Iglesia en sus inicios, como a través de los siglos y como en nuestro tiempo, sigue con la misma misión de anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, o sea el Misterio de la Pascua. Cada tiempo tiene sus propios desafíos. La certeza del Espíritu Santo, el Paráclito prometido por Cristo para acompañar a la Iglesia hasta el fin de los tiempos, nos ayuda en la esperanza. Uno de los desafíos que hemos señalado los obispos argentinos para este inicio de siglo es: la búsqueda de Dios.

 

El documento de la CEA, “Navega mar adentro” describe parte de esta problemática: “Además, existen grupos seudo religiosos y programas televisivos que proponen una religión diluida, sin trascendencia, hecha a la medida de cada uno, fuertemente orientada a la búsqueda del bienestar y sin experiencia de lo que significa adorar a Dios. Ocurre, por lo general, que sorprendidos en la buena fe, y poco formados por la Iglesia, algunos cristianos entran en círculos difíciles de abandonar cuando la desilusión o la mentira quedan en evidencia” (Nº 31)

 

Aún cuando nuestro pueblo actualmente tenga una fuerte religiosidad y gran parte mantenga una raíz católica expresada en todas las manifestaciones de fe, debemos estar advertidos que desde los grandes medios comunicacionales, programas educativos y de salud...; movidos por organismos internacionales y financieros se busca plantear una visión antropológica materialista e individualista, en orden a que el hombre contemporáneo se trasforme solamente en “un ser para consumir” propio de una época fuertemente capitalista. Lo insólito en general es la habilidad mediática de presentarse como una propuesta “progresista”, ligada a supuestas defensas de los derechos humanos, cuando en realidad buscan socavar bases fundamentales de la dignidad humana como el derecho a la vida, al trabajo, la familia o bien la justicia. Llamativamente esta búsqueda de cambiar la matriz cultural y religiosa de nuestra gente con apariencia de “progresismo”, lo sustenta un poder económico que siempre es capitalista, “salvaje” para los pobres y “benévolo” para un sector que concentra poder y riquezas. 

En este contexto consumista se presenta como una forma de espiritualidad o de cierta religiosidad, la New Age o bien nueva era o grupos parecidos que acentúan la autoayuda y las capacidades de la propia energía. El Cardenal Danneels señala sobre estas tendencias: “No es una religión, pero es por lo menos religiosa; no es una filosofía, pero es por lo menos una visión del hombre y del mundo, así como una clave de interpretación; no es una ciencia, pero se apoya en leyes “científicas”, aunque haya que ir a buscarlas entre las estrellas. New Age es una nebulosa que contiene esoterismo y ocultismo, pensamiento mítico y mágico respecto de los secretos de la vida y una pizca de cristianismo, todo revuelto con ideas que proceden de la astro-física”. En realidad la falta de formación cristiana, sobre el sentido del sufrimiento humano, el significado del misterio Pascual, la muerte y resurrección de Jesucristo y la falta de un encuentro con su Persona, nos lleva a que muchos cristianos bien intencionados pero sin discernimiento queden confundidos ante la multiplicidad de mensajes que son como una especie de “ensalada religiosa”. 

En realidad esto que reflexionamos lo vemos confirmado si recorremos títulos en algunas librerías, incluso católicas donde se multiplican estas literaturas de autoayuda y que se adecuan más a una visión del hombre individualista y consumista. Abundan títulos como: Descubrir la propia fuerza, pensar en positivo, vivir exitosamente... todos responden sobre lo mismo: que a las personas les vaya bien y que en lo posible concreten sus expectativas en la vida. Seguramente cierta prosperidad de esta literatura se da porque la mayoría de la gente que busca propuestas exitistas (o mercantiles), vive con insatisfacción. Debemos subrayar que la propuesta de Jesucristo es diferente. Sus palabras nos aportan ayuda para la vida. Pero Él no enseña que le saquemos provecho a la vida, sino todo lo contrario, que lo fundamental es que nos comprometamos con la vida. La comprensión del significado Pascual nos debe llevar a asumir que amar es dar la vida y que debemos sabernos responsables y comprometidos en construir un mundo mejor.

 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas