III Domingo de Pascua, Ciclo A
Lucas 24, 13-35: “Después del Sínodo”

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

“Después del Sínodo”

En este domingo el texto del Evangelio (Lc. 24,13-35) nos narra un nuevo encuentro de Jesucristo, el Señor, resucitado con los discípulos de Emaús. Es llamativo como estos discípulos regresaban a su pueblo desde Jerusalén conociendo todo que había pasado con “Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo… Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel… (Lc.24,20-21). …”Pero sus ojos estaban tan cegados, que no eran capaces de reconocerlo…” (Lc.24,15). Después del encuentro con Jesús, cuando lo reconocieron sus vidas cambiaron: “Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a ellos. Entonces se le abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Jesús desapareció de su lado. Y se dijeron uno a otro: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?...” Esta es la experiencia de fe Pascual que necesitamos realizar cada cristiano y que llevó y lleva a la Iglesia a anunciar al mundo que la vida, aún con dolores y dificultades, está cargada de sentido, porque la Vida triunfa sobre la muerte, Jesucristo el que murió, Resucitó”. 

Como Iglesia particular, en nuestra Diócesis de Posadas hemos tenido la gracia del año jubilar vivido en 2007 y hemos querido renovar nuestra experiencia de conversión a Jesucristo, de comunión eclesial y sobre todo de poner el eje del jubileo en la evangelización buscando caminos para la misión en los próximos años. Esta gracia se vio claramente en el camino de preparación de nuestro primer Sínodo Diocesano y en sus seis sesiones realizadas durante el año pasado. En este tiempo estamos en la recepción del documento “Orientaciones pastorales” que están llegando a las manos de nuestros fieles para ser trabajado personal y comunitariamente. 

Podemos señalar que lejos de quedarnos con los brazos cruzados contentos por lo vivido, tenemos conciencia que ahora se inició un tiempo en el que buscamos mejorar nuestra tarea evangelizadora desde nuestras “Orientaciones pastorales”. 

Los desafíos son muchos y se concretizan en la temática sinodal, pero en este tiempo pascual volvemos a tener conciencia que podremos evangelizar nuestro tiempo, si tomamos en cuenta el texto maravilloso que nos señala “Aparecida” y es tan adecuado para que impregne la liturgia y espiritualidad de este tiempo pascual. Aparecida nos dice: “En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegría de ser discípulos del Señor y de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio. Ser cristianos no es una carga sino un don: Dios Padre nos ha bendecido en Jesucristo su Hijo, Salvador del mundo. La alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos por las adversidades; deseamos que la alegría de la buena noticia del reino de Dios, de Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, llegue a todos cuantos yacen al borde del camino, pidiendo limosna y comprensión. La alegría del discípulo es antídoto frente a un mundo aterrorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el odio. La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios. Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona, haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestras palabras y obras es nuestro gozo” (Ap. 28 y 29). 

Con este ánimo nos hemos encontrado sacerdotes y diáconos de nuestra Diócesis en la “Semana Pastoral y de formación permanente” que realizamos en el Centro pastoral de Oberá entre el 31 de marzo y el jueves 3 de abril. En ese espacio ahondamos en las conclusiones de nuestro Sínodo expresadas en el documento “Orientaciones Pastorales”, y en el documento de Aparecida. De la misma manera nos disponemos a orar y reflexionar, preparando nuestra Asamblea diocesana que realizaremos en Gobernador Roca el lunes 16 de junio, en donde empezaremos a definir los pasos de aplicación de las “Orientaciones pastorales” del Sínodo. 

Solo podremos asumir la evangelización de nuestra cultura y provincia, de nuestra realidad con sus luces y sombras, si realizamos este encuentro personal con Cristo Resucitado, como les pasó a los discípulos de Emaús, que lo reconocieron al partir el pan. 

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!               

 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas