IV Domingo de Pascua, Ciclo A
Juan 10, 1-10: Nuestro Seminario Santo Cura de Ars

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

En este cuarto domingo de Pascua la Iglesia celebra “la Jornada Mundial de oración por las vocaciones”, y el Papa Benedicto XVI, como es habitual, nos envía un mensaje que en este año titula “Las vocaciones al servicio de la Iglesia-misión”. No dudo en que es una oportunidad para que nuestras comunidades especialmente recen por este tema fundamental en la vida de la Iglesia y su acción evangelizadora.

 

El Papa en su reflexión nos hace una catequesis desde la Palabra de Dios sobre las mediaciones humanas en la Biblia, sobre todo del sacerdocio ministerial, que considero importante para nuestra propia valoración de este llamado y la necesidad de nuestra oración tanto personal como comunitaria. El Papa dice: “Y Jesús escogió como estrechos colaboradores suyos en el ministerio mesiánico a unos discípulos, ya en su vida pública, durante la predicación en Galilea. Por ejemplo, cuando en la multiplicación de los panes, dijo a los Apóstoles: “Dadles vosotros de comer” (Mt. 14,16), impulsándolos así a hacerse cargo de las necesidades del gentío, al que quería ofrecer pan que lo saciara, pero también revelar el pan “que perdura, dando vida eterna” (Jn.6,27). Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque mientras recorría pueblos y ciudades, los encontraba cansados y abatidos “como ovejas que no tienen pastor” (Mt. 9,36). De aquella mirada de amor brotaba la invitación a los discípulos: “Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt.9,38), y envió a los Doce “a las ovejas perdidas de Israel”, con instrucciones precisas. Si nos detenemos a meditar este pasaje del Evangelio de Mateo denominado “discurso misionero” descubrimos todos los aspectos que caracterizan la actividad misionera de una comunidad cristiana que quiera permanecer fiel al ejemplo y a las enseñanzas de Jesús. Corresponder a la llamada del Señor conforta afrontar con prudencia y sencillez cualquier peligro e incluso persecuciones, ya que “un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo” (Mt. 10,24). Al hacerse una sola cosa con el Maestro, los discípulos ya no están solos para anunciar el Reino de los cielos, sino que el mismo Jesús es quien actúa en ellos: “El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado” (Mt. 10,40). Y además, como verdaderos testigos, “revestidos de la fuerza que viene de lo alto” (Lc.24,49), predican “la conversión y el perdón de los pecados” (Lc.24,47) a todo el mundo” (2).

 

En nuestras comunidades de la Diócesis va ahondándose una mayor comprensión de la necesidad de pedir y de orar por las vocaciones específicas, especialmente a la vida consagrada y al sacerdocio ministerial. Aún cuando como pueblo de Dios tomamos conciencia que la tarea evangelizadora y misional de la Iglesia es responsabilidad de todos los bautizados, también esto permite entender más profundamente sobre la necesidad de multiplicar la presencia de los consagrados y sobre todo de los sacerdotes, para pastorear nuestras comunidades. Aunque el número de sacerdotes incardinados a la Diócesis creció y hubo algunas ordenaciones sacerdotales, el crecimiento demográfico en Misiones es uno de los mayores, en la proporción media, de nuestra Patria y esto nos hace experimentar aquello que nos pide el Señor que recemos porque “la mies es mucha y los operarios son pocos”.

 

En este domingo en que rezamos por las vocaciones queremos agradecer a Dios por nuestro Seminario Mayor Diocesano “Santo Cura de Ars”. No dudamos que la providencia de Dios nos va acompañando “en todos los sentidos”. El Seminario es uno de los lugares, sino el más importante, en la acción evangelizadora de la Iglesia. Tenemos que agradecer por nuestros 27 seminaristas que están formándose en la etapa introductoria-propedéutica, en la filosofía y en la teología. Este es un fuerte signo de esperanza y quiero en que esta jornada en que rezamos por las vocaciones agradecer a Dios por cuidar las vocaciones y el Seminario, y a toda la comunidad diocesana el apoyo, especialmente en la oración, cercanía y colaboración tanto espiritual como material, de nuestro Seminario. Este fin de semana es una oportunidad para que en todas las Misas pidamos a Dios que muchos jóvenes respondan generosamente al llamado que Él sigue realizando de consagrar sus vidas.

 

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!               

 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas