XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mateo 22,15-21: “Discipulado: condiciones de seguimiento”

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

En este domingo daremos continuidad a la reflexión realizada en la primera sesión del Sínodo Diocesano introduciendo a la temática que posteriormente debía trabajarse en las restantes sesiones por los sinodales. Después de haber reflexionado sobre los dos primeros temas: la necesidad de nuevas estrategias en relación a la misión y a la formación integral de discípulos; en estos próximos dos domingos se señalarán algunas observaciones generales sobre los tres temas siguientes del Sínodo: los laicos, Jóvenes y Familia. En dichas observaciones señalaremos algunas condiciones teológico-pastorales a tener en cuenta para asumir estos temas y desafíos.

El texto de la reflexión desgrabada nos señala: “Son pastorales que requieren de testigos para poder ahondar desde la fe nuestras respuestas evangelizadoras en estos tres temas que forman parte de la temática del Sínodo: laicos,  jóvenes  y familia.

Queremos responder, desde el núcleo de la fe cristiana, “en Él”, como  subraya el tema de Aparecida. Porque Él es la vida, “yo soy la vida, he venido para que la tengan en  abundancia”.  Ésta es una posibilidad que nos da el Año Jubilar y es en “Él” en quien nosotros queremos evangelizar al Pueblo de Dios. Desde nuestra misión discipular cristocéntrica nos encontramos con temas concretos en los que ahora vamos a avanzar: Laicos: el compromiso de los laicos en la Iglesia y en el mundo; Jóvenes: Iglesia, casa y escuela de comunión para los jóvenes;  Familia: testimonio de comunión.

En primer lugar quiero partir de una observación central. En la Misa Inaugural del Sínodo hicimos una profesión de fe, esto refuerza evidentemente toda nuestra actitud sinodal, queremos ser discípulos y misioneros  y sentirnos así en Comunión profunda con lo que creemos, con las enseñanzas de la Iglesia, con el Magisterio, con las orientaciones pastorales, sobre todo aquellas que están ligadas a la fe y a las costumbres.

No vamos a introducirnos en temáticas que no nos toca resolver en la Iglesia local o Diócesis. Trataremos de avanzar en las tantísimas situaciones pastorales, (por eso es un Sínodo fundamentalmente pastoral), que tenemos que resolver y que están abiertas y en muchas propuestas teológicas que quizás puedan ayudar a abrirnos realmente a mejorar dichas respuestas.

Pero si bien tenemos que tener esa comunión profunda, desde la profesión de fe que realizamos habitualmente, quiero distinguir como segunda observación, que al introducirnos en el Sínodo, tendremos que hacerlo con la amplitud de plantear la temática del mismo, revisándola y considerando que a veces son problemáticas que en parte están ligadas a una modalidad cultural, esto será clave para no dogmatizar erróneamente un modelo cultural de vivir y comportarse.

Es obvio señalar que la Iglesia no se identifica a un modelo cultural. En realidad está al servicio, se ofrece, a toda cultura para plenificar o corregir  valores o antivalores, para salir de idolatrías, porque en definitiva, Cristo no anula ninguna cultura, sino que viene a plenificarlas. Por eso la Iglesia no se liga a un modelo cultural. A la vez tenemos que decir en esta observación, que los modelos culturales nunca son estáticos, siempre son dinámicos, van variando. Hay cosas que van variando, algunas para mal, y muchas para bien. Esta diversidad de modelos culturales, hace que las respuestas pastorales varíen en Posadas, Xai Xai, o Hong Kong.

Son modelos culturales diversos y la Iglesia no se identifica con ningún modelo cultural, es un error identificar un estilo de evangelizar tipo europeo y considerar que toda evangelización se debe realizar de la misma manera, con respuestas ligadas a algunas cuestiones europeas que se dieron en algún momento.

La Iglesia evangeliza todas las culturas, todos los modelos culturales, porque su misión es anunciar a Cristo que no anula nada, sino que todo lo plenifica. Por supuesto muchas veces su misión será corregir idolatrías y los antivalores que subsisten en estos diversos sistemas. 

En este domingo queremos tener especialmente presente a las madres en su día. Rezamos por este gran don de la maternidad. Aunque a veces ciertos sectores desvalorizan la maternidad y la consideran un problema, nuestra gente desde el sentido común sabe que es un “don” de Dios. A todas las mamás les envío mi oración y bendición. 

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!              

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas