VI Domingo de Pascua, Ciclo B.
San Juan 15, 9- 17:
Hacia la alegría plena y total

Autor: Padre Juan Sánchez Trujillo

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis el Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros. Juan 15, 9-17

Alegrías sin alegría:

-Alegrías epidérmicas, que no nacen de dentro hacia afuera, y de las que no es protagonista y usufructuador nuestro hombre más radical y profundo.
-Alegrías efímeras y fugaces como el maquillaje que se corre o el desodorante que nos abandona
-Alegrías enlatadas -¿también enlutadas? - que se compran y se venden en productos y como productos de consumo.
-Alegrías de carcajada y pinchitos, que dejan muecas en el alma y en ayunas nuestras hambres más sedientas de persona.
-Alegrías de cerdo bien cebado o de cartera reprieta, que dejan anémico el espíritu y vacío el corazón.
-Alegrías convencionales de fiesta obligada, que no nacen de auténticas convivencias sino de presencias cumplidas y forzosas.
-Alegrías insuficientes, parciales, materiales, solitarias, pasajeras..., que en el fondo de sí mismas sienten nostalgia de espíritu y plenitud, de compañía y satisfacción, de sinceridad y espontaneidad...

Alegría de alegrías:

-Alegría de quien sabe que todas las alegrías, depuradas, son esquema y embrión, anticipo y aperitivo de la alegría total a la que desde ellas y tras ellas estamos todos convocados.
-Alegría que no llama tristeza total ni al dolor ni a la culpa ni a la muerte, ni a la pobreza ni a la enfermedad, ni a la soledad ni al abandono.
-Alegría de saberse amado en cadena por el Padre y el Hijo y el Espíritu, y que desencadena en quien la tiene idénticos amores hacia todos y hacia todo.
-Alegría de hacerse hermano de todos los hombres, haciendo que fluya hasta los otros el amor de Dios que hasta nosotros llegó.
-Alegría de quien cambia los rostros apagados y tristes del hermano, y le proporciona horizontes y trabajo, pan y palabra, camino y meta, ilusión y sentido.
-Alegría e quien goza liberando y salvando a los minusválidos afectivos, a los insolidarios sociales, a los hipotecados por el rencor o la indiferencia, a los ególatras y a autistas.
-Alegría plena y pascual, a la que es promovido quien a nadie llama ni hace siervo, y quien a todos constituye en confidentes y amigos.