Solemnidad: La Ascensión del Señor, Ciclo B
San Marcos 16,15-20:
¡Ascendidos con Cristo!

Autor: Padre Juan Sánchez Trujillo

 

 

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos. Efesios 1, 17-23

Jesús con su ascensión ha llegado como Hombre Nuevo, al término de su proceso. Está ya ultimado, terminado, perfecto. Mayor ascenso, mayor promoción, no es ni pensable ni posible. "Él, sentado a la derecha de Dios en el cielo, está por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido no sólo en este mundo sino el futuro".

Con la ascensión de Cristo un trozo de nuestro cosmos y un ejemplar de nuestra humanidad han sido constituidos en cielo. Y es por esto, por lo que a partir de Cristo ascendido empieza a existir el cielo, ese nuevo modo de ser mundo el mundo y de ser hombre el hombre. El máximo de exaltación de que es capaz la criatura, cuando Dios “agota” todas sus posibilidades de amor y autodonación, convirtiendo a su criatura Jesús en su total y universal receptáculo.

Pero es más: Con Cristo ascendido, potencial y radicalmente hemos ascendido todos y con Él estamos todos sentados a la derecha de Dios Padre. Con Cristo, en Él y por Él ya hay Cielo para el hombre; ya el Cielo está en el hombre como urgencia inmanente, como una predisposición gratuita provocadora de superación permanente.

Y es que Cristo ascendido por el Padre ha “descendido” al corazón mismo de las cosas y de las personas, a la espera de una Nueva gestación universal con la que la creación entera ha iniciado su nueva y definitiva etapa de superación y ultimamiento. Cristo es la primicia, el anticipo, la garantía de la ascensión universal para la que ya todo hombre y el hombre todo está convocado, capacitado y arrastrado. Ha quedado ya instalada en el corazón de todos la fuente inagotable del Espíritu, con la que empieza a garantizarse y satisfacerse la sed de transcendencia total que anima y devora al hombre todo.

Ascensión universal, raíz de nuestros mejores progresos y meta de nuestras más depuradas superaciones. Ascensión de quien hace de todas las cosas trampolín de lanzamiento hacia la dignificación de todo hombre y de todo el hombre. Ascensión que denuncia los estancamientos y retrocesos de nuestras falsas alas o de nuestros mentirosos zancos, con lo que en vez de avanzar lo que hace nuestro mundo es progresar hacia atrás. Ascensión de quien descubre en la vivencia de Cristo el mejor “mecanismo”, la más certera pedagogía y la garantía más segura, para que nuestra tierra, que ya tiene primicias de Cielo, vaya haciéndose más Cielo al hacer que todo sea de todos y todos de Cristo que, ascendido, es ya del todo de Dios...