Solemnidad: Domingo de Pentecostes
San Juan 20, 19-23:
Espíritu en todos y para todos

Autor: Padre Juan Sánchez Trujillo

 

 

QNadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. 1 Cor. 12,3b-7. 12-13.

¡Ven, Espíritu de Dios!
Tú eres nuestra atmósfera envolvente y nuestro hálito fontal. Unas veces, huracán violento que nos arrastra a las plazas; otras, brisa suave que nos acaricia el corazón.

Tú eres nuestro Aire, como el aire “que exigimos trece veces por minuto para ser y, en tanto somos, dar un sí que glorifica”. Tú nos inspiras, penetrando por todos los poros del cuerpo y del alma. Por Ti, Espíritu, suspiramos. Hacia Ti aspiramos. De Ti respiramos. A Ti Te transpiramos. Contigo conspiramos. Sin Ti expiramos.

Necesitamos tu Aire, para que el mundo tenga alma y no se desintegre. Necesitamos tu oxígeno y tu gas para revolucionar nuestros motores parados y hacer las revoluciones del amor justo. Necesitamos ponernos al corriente de tus corrientes, para hacer de tu inspiración palabra pública y testimonio peligroso. Así, purificaremos la atmósfera contaminada de nuestras palabras sucias y agresivas, de nuestros aires de suficiencia y arrogancia, de nuestras aspiraciones rastreras, de nuestras anémicas rutinas, de nuestros horizontes manchados y plomizos, de nuestros incomprometidos bostezos, de nuestros vacíos fraternales, de nuestros desánimos sociales, de nuestras leyes de letra sin espíritu...

¡Ven, Amor personal!

Tú eres el boca a boca del Padre y del Hijo. El beso personal que se dan el Amante y el Amado divinos. El fruto vital y vitalizante de tan misteriosa Comunión.

Tú eres el Corazón del mundo. El que inicias en todos el gozo de dar y la alegría de recibir. Cuando nuestros corazones palpitan a tu aire y a tu ritmo, se marchitan las discordias y las concordias florecen. Contigo, Espíritu de Amor, hay abrazo de lo diverso. Contigo nuestros colores todos ramifican tu única Luz Blanca, haciéndonos a los hombres pluriformes arco iris de alianza y pacto de paz fraterna. Tú centrifugas la Vida, y haces personas distintas con un Espíritu idéntico. Tú “enfrentas” y confrontas a las personas para que, de tú a yo y de yo a tú, todos seamos y nos hagamos ricos para todos y necesitados de todos.

Con tu Amor en nosotros las cosas nunca quedan lo mismo, amante como eres a nivel de las aguas creadoras. Donde estás Tú, la nada se convierte en creación; la Virgen, en Madre; el cenáculo acurrucado y tímido, en plaza inundada de palabra y testimonio irresistibles. Contigo, Espíritu de Amor, los panes se multiplican, y los ricos adelgazan sus bolsillos para engordar las carnes famélicas y escasas de los lázaros hermanos. Con tu Amor se unen y aman la serpiente y el niño, el griego y el judío, el pobre y el rico, el anciano y el joven, el hombre y la mujer, el ofensor y el ofendido... Porque eres Espíritu que alientas el corazón del mundo y lo haces familia y abrazo.