XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 6,1-6.:
Rechazo de lo cercano y pequeño

Autor: Padre Juan Sánchez Trujillo

 

 

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: ¿De donde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: No desprecian a un profeta mas que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando. Marcos 6, 1-6

Está visto, Jesús. Despídete del triunfo y apúntate al fracaso, si te mantienes en tus trece. Si no exhibes titulación rabínica, si no manejas millones, si no oficias tráfico de influencias, si no prometes el oro y el moro, si no apabullas con propaganda inteligente y obsesiva, si no cultivas el empaque, la filacteria y la imagen ; si no fabricas banquetes consumistas, si no eres persona de primer abordaje, si no adulas a las masas ni flirteas con la oficialidad ni deslumbras a los tuyos, si se te ocurre presentarte en público en zapatillas o con sudor de carpintero, si tu árbol genealógico está desprovisto de apellidos biensonantes, si te atreves siquiera a insinuar que Dios tiene rostro de hombre vulgar o que toda real salvación pasa por la indiferencia, la suspicacia, el silenciamiento, la desautorización, el rechazo, la persecución...

En estos términos, Jesús, ni Tú ni tu programa sois de recibo. Así, serán muy pocos los votos que obtenga tu mensaje de autonegación, de asunción de la cruz, de fraternidad universal, de divinización de hombres, de humanización de Dios. Así serán muy pocas las adhesiones con que podrás contar. Eso sí: Te apoyará tu Padre y los que, como tu Padre, se dejan cubrir con la sombra de vuestro Espíritu. Te aceptarán también los pobres, y los mansos, y los misericordiosos, y los que lloran y los pacificadores, y los que tienen hambre de justicia, y los perseguidos, y los infamados... y todos los hombres con corazón de niño y con capacidad y necesidad de crecer y admirarse y necesitar...

Recibirte, Jesús, no es fácil. Nuestra dualidad interna de hombres que ven el bien y siguen el mal, nuestro miedo a la inseguridad y a dejarnos llevar a donde tu Palabra quiera, nuestras fijaciones y faltas de imaginación, el miedo a encontrarnos con nosotros mismos, la falta de confianza en Ti, las insignificantes proporciones de tus señales y signos... todo eso, Jesús, y las cosas que Tú bien conoces, son otros tantos portazos que damos a tu venida y otras tantas resistencias que presentamos a tu Palabra. Tememos tanto a una pasada por un Mesías anónimo y rechazado, que sólo nos apuntamos con gusto al que lleva las riendas del carro triunfador.