I Domingo de Adviento, Ciclo C

San Lucas 21, 25-28. 34-36: Esperanza con espera

Autor: Padre Juan Sánchez Trujillo

 

 

""Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustias de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación."

"Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por la preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improvisto sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre." Lucas 21, 25-28

Los cristianos, porque Cristo es adviento, presencia permanente, emergencia constante, irrupción ininterrumpida, navidad siempre nueva, llegada nunca frustrante, esperamos contra toda esperanza, sobrenadamos por encima de todas las tragedias humanas, interpretamos los momentos más negros de la historia personal y colectiva como signos y comienzos de un final glorioso y feliz , sufrimos agridulcemente los dolores del parto y de la muerte como inminencias graciosas de una criatura y una creación enteramente nuevas, sentimos y consentimos el propio desmoronamiento como chabola derrumbada que presiente en sus ruinas el embrión latente de un rascacielos eterno, asentimos a la promesa de que, cuando todo está pedido, es posible la total regeneración, contemplamos al Hijo del Hombre, cuando nuestro hombre toca fondo, emergiendo de nuestro fondo para hacernos inmortales, esperamos al Mesías que tenemos, al Salvador Total y Definitivo de la Humanidad y del Cosmos, en y más allá de las salvaciones provisionales e imperfectas que debemos oficiarnos las personas, nos disponemos a nacer del todo, en una navidad comunitaria y plena, gracias a que el mundo entero está inseminado del Espíritu de Cristo ; esperamos, esperamos, esperamos, pidiendo fuerza comunitaria y plena, a pesar de tantos cementerios, y de tantos hospitales y de tantos psiquiátricos, y de tantas clínicas abortivas, y de tantas guerras fratricidas ; a pesar de tantos sin-sentido, y de tantas vidas sin salida, y de tanta visión cerrada de la existencia humana, y de tanta carencia de horizonte vital ; a pesar de tanta evidencia de cadáveres corrompidos y descarnados, y de tanta tumba en la que queda contestada y burlada toda cuna...

De esta forma, con esta vida, los cristianos, al entrar en el Adviento, nos decimos con más fuerza, y hasta con villancicos y turrones, que Cristo fue, que está siendo y que será nuestro Adviento y Porvenir. Ah, y nos hacemos mesías para el hermano sin esperanza.