VI Domingo de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Julio Alonso Ampuero 

Fuente: Libro: Meditaciones bíblicas sobre el Año litúrgico
Con permiso de la Fundacion Gratis Date

 

 

Nos da el Espíritu
Jn 14,15-21


«Pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros». El tiempo pascual está flechado hacia Pentecostés. Cristo glorificado ha sido constituido «Espíritu vivificante» (1 Cor 15, 45), donador permanente del Espíritu que da la vida. Por eso hemos de desear crecientemente el gran Don de Cristo Resucitado, acercándonos a Él sedientos (Jn 7,37).
«Vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros». Esperamos una acción más abundante del Espíritu Santo en nosotros, pero ya está en nosotros; más aún, está «siempre». Por ello podemos tener experiencia de su acción en nosotros. ¿Quién dijo que es difícil la relación con el Espíritu Santo? Podemos relacionarnos con Él y experimentar su acción. Es Defensor. Nos defiende del pecado y del Maligno. Por eso no tiene sentido «estar a la defensiva». Se trata más bien de abandonarse a su acción, de entregarse dócilmente al impulso omnipotente del Espíritu: «Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu» (Gal 5,25), pues «si vivís según el Espíritu no daréis satisfacción a las apetencias de la carne» (Gal 5,16).
Es también Espíritu de la verdad, porque nos revela a Cristo, que es la Verdad, nos ilumina para conocerle, nos mueve a amarle, a seguirle, a cumplir sus mandatos, a dar la vida por Él. Nos libra del error de nuestra ceguera natural y de nuestro pecado y nos conduce a la verdad plena, no fragmentaria y parcial, sino total.
«Al que me ama... yo también lo amaré y me revelaré a él». Es cierto que Cristo es el primero en amarnos y que nos ama de manera incondicional. Pero también es cierto que Cristo se da más plenamente al que va respondiendo a su amor, es decir, al que le busca intensamente, al que desea agradarle en todo, al que cumple su voluntad, al que se entrega sin reservas. A éste, Cristo se le da a conocer, le abre su intimidad, le comunica sus secretos, acrecienta la comunión con él de manera insospechada.