V Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Julio Alonso Ampuero 

Fuente: Libro: Meditaciones bíblicas sobre el Año litúrgico
Con permiso de la Fundacion Gratis Date

 

 

Sólo Cristo
1Cor 2,1-5


«No fui con el prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el misterio de Dios». Los medios no deben entorpecer la acción de Dios. Dar demasiada importancia a los medios es sustituir a Cristo. Apoyarse en los medios es una idolatría, además de una insensatez. Toda sabiduría que no viene de Cristo y no conduce a Él es un estorbo. «¡Mire cada cuál cómo construye!» (1 Cor 3,10).
«No quise saber sino a Jesucristo, y éste crucificado». ¿Cuándo nos convenceremos de que Cristo basta? No se trata de tener a Cristo y «además» otras cosas, otros medios, etc. En Cristo tenemos todo. Él es para nosotros «sabiduría, justicia, santificación y redención» (1 Cor 1,30). La santidad viene sólo del costado abierto de Cristo crucificado. Sólo Él redime, sólo Él convierte. Quedarnos en los medios es quedarnos sin la gracia que sólo de Él procede.
Más aún, es Cristo lo único que tenemos que dar al mundo. Como Iglesia, hemos de sentirnos dichosos de no tener otra cosa que ofrecer. ¡Ojalá nuestra Iglesia pudiera decir con toda verdad como los apóstoles: «No tengo oro ni plata, te doy lo que tengo: en nombre de Jesús Nazareno echa a andar!» (He 3,6). No tengo nada más que a Cristo –¡y nada menos!– Cuando la Iglesia es verdaderamente pobre, entonces es cuando brilla con fuerza su auténtica riqueza: Cristo, con todo su poder salvador.
«Mi palabra... fue una demostración de Espíritu y de poder». Desde la debilidad del apóstol y desde la pobreza de los medios se manifiesta la potencia infinita de Dios. Desde la carencia se pone de relieve que el milagro de la conversión, el cambio de los corazones, es absolutamente desproporcionado a los medios humanos y por tanto es obra de la acción omnipotente del Espíritu Santo. De esta manera se construye con solidez para la vida eterna, pues la fe se apoya no en razones o convicciones humanas, sino en el poder de Dios.