VIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Julio Alonso Ampuero 

Fuente: Libro: Meditaciones bíblicas sobre el Año litúrgico
Con permiso de la Fundacion Gratis Date

 

 

Dios o el dinero
Mt 6,24-34


«No podéis servir a Dios y al dinero». Ha llegado a convertirse en un lugar común el hablar del dinero como ídolo. Sin embargo, es una trágica realidad. Se sirve al dinero, se vive para él, se piensa constantemente en él, en él se busca la seguridad... No es casual que la Sagrada Escritura hable tantas veces del peligro de las riquezas. El apego al dinero, el deseo de tener, enfría y debilita la fe y acaba por destruirla. «La raíz de todos los males es el afán de dinero» (1Tim 6,10).
«Ya sabe vuestro Padre...» La actitud opuesta a la codicia es la confianza. Jesús exhorta una y otra vez a no preocuparnos. Lo mismo que el niño no se preocupa porque cuenta con sus padres, el verdadero creyente no se deja dominar por las preocupaciones: es real que Dios es Padre, que sabe lo que necesitamos, que se ocupa de nosotros, que nos ama... Si de verdad creemos, contaremos con Dios para todo. Ni un solo cabello de nuestra cabeza cae sin su permiso. Si cuida de las flores y de los pajarillos, ¡cuánto más de sus hijos queridos! En la medida en que uno no confía, inevitablemente se afana y se preocupa.
«Sobre todo buscad el Reino de Dios». Lo principal es lo que dejamos en segundo plano para preocuparnos de lo secundario. Pero Jesús insiste: si buscamos a Dios por encima de todo, también lo secundario nos será dado. Lo único absoluto y necesario es dejar a Dios reinar en nuestra vida. Lo demás –que tanto nos preocupa– nos será regalado cuando y como Dios quiera, del modo mejor para nosotros. La experiencia de los santos y de multitud de cristianos durante XX siglos lo atestigua sobradamente...