VIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.

Autor: Padre Julio Alonso Ampuero 

Fuente: Libro: Meditaciones bíblicas sobre el Año litúrgico
Con permiso de la Fundacion Gratis Date



Te desposaré
Mc 2,18-22

«Te desposaré». A la pregunta de los discípulos de Juan de por qué los discípulos de Jesús no ayunan, este responde que ello no es posible mientras el novio está con ellos. Palabras aparentemente misteriosas, pero que muestran con claridad que Jesús se revela como el Esposo. Él ha venido a desposar consigo a cada hombre y a cada mujer, a unirse a ellos de una manera insospechada, con una intimidad inimaginable. Las palabras del profeta Oseas –1ª lectura– no eran pura metáfora. Tú existes para ser desposado por Cristo. Y ahí reside la plenitud de tu vida.
«A vino nuevo, odres nuevos». La pregunta de los fariseos muestra que están anclados en el orden antiguo de las cosas. Les preocupaba si ayuno sí o ayuno no. Pero Jesús ha inaugurado una época nueva. Ahora todo está en función de Él. El ayuno tiene sentido no por sí mismo, sino en función de Cristo; y lo mismo todas las demás tareas, relaciones, cosas, etc. La novedad es Cristo, el único absoluto es Cristo. Y hay que cambiar la mentalidad y los esquemas, y las mismas estructuras, para acoger este vino nuevo. Nada tiene sentido o valor fuera o al margen de Cristo. «Todo ha sido creado por Él y para Él y todo se mantiene en Él» (Col 1,16-17).
«Cuando sea arrebatado el Esposo, entonces ayunarán». El verdadero ayuno cristiano es participación en la pasión y en los sufrimientos de Cristo. Es hacerse uno con Jesús crucificado, compartir su suerte. Desposados con Cristo, hechos consortes suyos, corremos la misma suerte: padecemos con Él para ser también glorificados con Él (Rom 8,17).