XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.

Autor: Padre Julio Alonso Ampuero 

Fuente: Libro: Meditaciones bíblicas sobre el Año litúrgico
Con permiso de la Fundacion Gratis Date



Mc 9,38-43.45.47-48

En el evangelio del domingo vigésimo sexto (9,37-42.44.46-47) encontramos recogidas varias sentencias sobre el seguimiento de Jesús. Hay que evitar la envidia y la actitud sectaria y monopolizadora (1ª lectura: Núm 11,25-29), dejando campo libre a la intervención gratuita y sorprendente de Dios. Particularmente tremenda es la amenaza para los que escandalizan, es decir, para los que son estorbo o tropiezo para los demás en su adhesión a Cristo y a su palabra. Finalmente, el seguimiento de Cristo debe ser incondicional: estando en juego el destino definitivo del hombre, es preciso estar dispuesto a tomar cualquier decisión que sea necesaria por dolorosa que resulte.

Ser tajantes

«Si tu mano te hace caer, córtatela». El evangelio es tajante. Y no porque sea duro. Nadie considera duro al médico que extirpa el cáncer. Más bien resultaría ridículo extirparlo sólo a medias. Lo que está en juego es si apreciamos la vida. El evangelio es tajante porque ama la vida, la vida eterna que Dios ha sembrado en nosotros, y por eso plantea guerra a muerte contra todo lo que mata o entorpece esa vida: «más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo». La cuestión decisiva es esta: ¿Amamos de verdad la Vida?
«Al que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que la encaja en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar». Tampoco aquí Jesús exagera. También aquí es el amor a la vida lo que está en juego, el bien de los hermanos. Sólo que escándalo no es sólo una acción especialmente llamativa. Todo lo que resulte un estorbo por la fe del hermano es escándalo. Toda mediocridad consentida y justificada es un escándalo, un tropiezo. Toda actitud de no hacer caso a la palabra de Dios es escándalo. Todo pecado, aún oculto, es escándalo.
«El que no está contra nosotros, está a favor nuestro». Otra tentación es la de creerse los únicos, los mejores. Sin embargo, todo el que se deje mover por Cristo, es de Cristo. Con cuanta facilidad se absolutizan métodos, medios, maneras de hacer las cosas, carismas particulares, grupos... Pero toda intransigencia es una forma de soberbia, aparte de una ceguera.