XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.

Autor: Padre Julio Alonso Ampuero 

Fuente: Libro: Meditaciones bíblicas sobre el Año litúrgico
Con permiso de la Fundacion Gratis Date



Pasando factura
Lc 18,9-14

He aquí uno de esos temas que aparecen continuamente en el evangelio, de diversas formas. La actitud adecuada del hombre en su relación con Dios sólo puede ser la de reconocer que Dios «es el que es» y «el que hace ser» (Ex 3,14), mientras que el hombre es el que no es nada por sí mismo, el que lo recibe todo de Dios. La auténtica relación del hombre con Dios sólo puede basarse en la verdad de lo que es Dios y en la verdad de lo que es el hombre. Por eso, enorgullecerse delante de Dios no es sólo algo que esté moralmente mal, sino que es vivir en la mentira radical: «¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué gloriarte como si no lo hubieras recibido? (1 Cor 4,7).
Ello es válido sobre todo para el encuentro con Dios en la oración. Además de la fe que nos recordaba el evangelio del domingo pasado, es radicalmente necesaria la humildad que nos recuerda el de hoy. La única actitud justa delante de Dios es la de acercarnos a Él mendigando su gracia, como el pobre que sabe que no tiene derecho a exigir nada y que pide confiado sólo en la bondad del que escucha. Por eso, nada hay más contrario a la verdadera oración que la actitud del fariseo, que se presenta ante Dios exigiendo derechos, pasando la factura.
Más aún: no sólo no tenemos derecho, sino que somos positivamente indignos de estar en presencia de Dios por haber rechazado tantas invitaciones suyas a lo largo de nuestra vida. Nuestra realidad de pecadores es un motivo más para la humildad, que, como al publicano, nos debe hacer sentirnos avergonzados, sin atrevernos a levantar los ojos: «Ten compasión de este pecador».