Solemnidad de San Pedro y San Pablo

Autor: Padre Julio Alonso Ampuero 

Fuente: Libro: Meditaciones bíblicas sobre el Año litúrgico
Con permiso de la Fundacion Gratis Date



En nombre de Jesucristo
Hch 3,1-10; Sal 18; Gál 1,11-20; Jn 21,15-19

«No tengo plata ni oro». La fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo nos trae a la memoria los inicios de la Iglesia. Sin medios, sin poder, en total debilidad, realizaron grandes cosas. ¿El secreto? Precisamente su pobreza y su inmensa fe en Dios: «Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo nazareno echa a andar». Cristo, y sólo Él, es la riqueza de la Iglesia, la fuerza de la Iglesia. Buscar apoyo, fuerza y seguridad fuera de Él es condenarse al fracaso y a la esterilidad.
«Se dignó revelar a su Hijo en mí». Lo que constituye apóstoles a Pedro y a Pablo es esta revelación, este «conocimiento interno», esta experiencia. No bastan los conocimientos externos, los datos, la erudición. Sólo si Dios nos revela interiormente a su Hijo podemos ser testigos convencidos y apóstoles audaces; de lo contrario, nos limitaremos a repetir lo que otros dicen y nuestro mensaje sonará a palabrería poco creíble...
«¿Me amas?» Tanto Pedro como Pablo han vibrado con un amor tierno y apasionado a Cristo. Apóstol no es el que sabe muchas cosas, sino el que ama a Cristo apasionadamente, hasta el punto de estar dispuesto a perderlo todo por Él (cf. Fil 3,8). Pedro y Pablo se desgastaron predicando el Evangelio, y al final perdieron por Cristo la vida. Así plantaron la Iglesia. Y sólo así puede seguir siendo edificada...