Mc. 10, 32-45:
Cristo vino para servir y dar su vida

Autor: Padre Julio Cesar Gonzalez Carretti OCD

 

 

Lecturas: 

a.- 1Pe. 1, 18-25: Os recataron a precio de la sangre de Cristo.
b.- Mc. 10, 32-45: Cristo vino para servir y dar su vida
c.- San Juan de la Cruz: “Para obrar lo tercero, que es ejercicio de virtudes, le conviene tener constancia en obrar las cosas de su Religión y de la obediencia, sin ningún respeto de mundo, sino solamente por Dios. Y para hacer esto así y sin engaño, nunca ponga los ojos en el gusto o disgusto que se le ofrece en la obra para hacerla o dejarla de hacer, sino a la razón que hay de hacerla por Dios. Y así, ha de hacer todas las cosas, sabrosas o desabridas, con este solo fin de servir a Dios con ellas” (Avisos a un religioso 5).


Llamar Abbá, a Dios Padre, es gracias a la revelación que nos hizo Jesucristo y a la continua acción del Espíritu Santo en e corazón de los creyentes (Rm. 8,15) y supone el vivir como hijos suyos. Él juzga a cada uno según sus obras, es imparcial y el hombre tendrá que vivir en el temor de Dios, es decir, en la piedad filial y la devoción. Este temor de Dios es expresión de las exigencias que encierra la vida cristiana y por otro, la esperanza que la mueve a ser lo que está llamada a ser: reflejo de la vida de Dios en cada unos de sus hijos.
El rescate tiene profundas raíces bíblicas (cfr. Ex. 13,13; 13,2; 34,19-20; Lev. 5,7; 12,8; Nm. 18, 15; 3, 46-47; Lc. 2,22ss). Es el pago que hacía el padre por su hijo a la hora de presentarlo al templo. Viene a significar la liberación de Dios para con Israel de Egipto, la liberación de Babilonia, y ahora la de Cristo Jesús respecto del hombre caído y rescatado del pecado por su preciosa sangre derramada en la Cruz. Porque fuimos rescatados a un elevado precio de nuestra esclavitud, la conducta moral del cristiano ha de ser intachable, de lo contrario equivale a desestimar el valor del rescate.
Es el cordero sin mancha, Cristo, predestinado desde la creación del mundo a cumplir con esta misión y ahora manifestado a los hombres. Resucitado por el poder del Padre y ahora glorificado a su derecha, es garantía de nuestra propia resurrección, motivo de nuestra fe y esperanza (v. 22). El caminar del cristiano es hacia la vida eterna, porque han obedecido a la verdad, se aman con corazón puro, han sido regenerados por un germen incorruptible, la palabra de Dios que permanece para siempre, alimento perenne del creyente (v. 25).
Hay un tercer anuncio de la pasión para los discípulos, pero dos de ellos le piden sentarse uno a la derecha y el otro a su izquierda en su gloria. Antes de llegar a su gloria han de pasar por beber el cáliz de Jesús o el bautismo de Jesús, ambas imágenes de la Pasión, Jesús será sumergido en un abismo de humillación y sufrimiento. Estaban dispuestos, le respondieron a Jesús, y se les confirma que sí beberán ese cáliz, anuncio de su martirio, pero el puesto de sentar a su derecha o izquierda, no le corresponde a ÉL concederlo.
Esta petición de ambos hermanos nos habla de las ambiciones personales de los discípulos y por otra lo poco que entendían al Maestro. Además de ser una pretensión del orgullo humano totalmente incompatible con la teología de la gratuidad que nos presenta Marcos. La reacción de los otros diez, que solapadamente también querían un puesto importante, es de indignación (v. 41). El Maestro, les presenta la sociedad donde los que tienen poder dominan al resto (v. 42), no ha de ser así en la comunidad mesiánica, sino que quien quiera ser grande lo será si sirve, como esclavo, a todos; y les da una razón última, la mas importante: “que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.” (v. 45).
En la Iglesia, serán precisamente los que presiden la comunidad, los encargados de servir. Servir y dar la vida en rescate de muchos, viene a significar, en el caso de Jesús, rescatar a la humanidad de la opresión de los poderosos, que en el pecado encuentra la fuente de toda opresión. Nos rescata del pecado que hay en el corazón de todo hombre y que nos hace esclavos unos de otros. Liberación integral que incluye las fuerzas políticas, económicas y sociales que puedan dañar su dignidad con miras a esclavizarlo. Este es el servicio que Jesús hace a la humanidad hasta convertirse en siervo de todos y víctima del poder. La comunidad cristiana será tal si sin ambiciones políticas sirva a la misma humanidad que sirvió Jesús, vivificando e iluminando el camino de los hombres de hoy.
El servicio de Dios, dice el místico, mira a poner por obra su infinito amor que en la oración fervorosa y ardiente se consigue para la propia salvación. DE ahí que no mira al gusto o disgusto, sino al bien y servicio que se pueda hacer a Dios en el hermano en la comunidad eclesial.