V Domingo de Cuaresma, Ciclo C.
San Juan 8, 1-11:
"Tampoco yo te condeno"

Autor: Padre Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alba

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse   

 

 

(Is 43,16-21) "Abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas"
(Fil 3,8-14) "Todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo"
(Jn 8,1-11) "Tampoco yo te condeno"

Jesús protege a esta mujer del acoso a que estaba siendo sometida por un grupo de fanáticos e hipócritas, instándole, al mismo tiempo que le perdona, a que, en adelante, se esfuerce por llevar una vida limpia. Se palpa aquí la verdad de aquellas palabras suyas: "Misericordia quiero y no sacrificio" (Mt 9,13).

Jesús es realista, no peca de angelismo como los ingenuos, ni se escandaliza como los hipócritas ante las debilidades humanas. Siempre está de parte de quienes más ayuda necesitan: los enfermos de cuerpo y alma; los marginados por los que se tienen a sí mismos por la flor y nata de la aristocracia espiritual o social. Él acepta lo que hay en la criatura humana de grandeza y de fragilidad, aunque es implacable con los cínicos.

Hoy nos parece una monstruosidad emprenderla a pedradas con una mujer hasta matarla por un pecado de adulterio. Pero, ¿qué habría que pensar de esos linchamientos a los que puede verse sometida una persona o una institución por medios de comunicación sin escrúpulos? La saña de ciertos fariseos actuales convierte a éstos del tiempo de Jesús en unos pobres diablos. Ellos además tuvieron el decoro de quitarse de en medio cuando fueron situados frente a sus conciencias, lo que hoy no se produce siempre.

"No juzguéis y no seréis juzgados" (Lc 6,37). Si queremos que Dios sea indulgente con nosotros el día del Juicio, hemos de practicar esa indulgencia con los errores o abusos de los demás; lo contrario, no es cristiano y ni siquiera humano.

Con todo, el verdadero acusado aquí es Jesús. La mujer es simplemente utilizada, así como la Ley de Moisés. Esto no impresiona a Jesús, Él calla inicialmente. Sólo cuando ellos insisten les contestará confundiéndolos y proporcionándoles la limosna del silencio: "Inclinándose de nuevo, escribía en tierra". No nos dejemos impresionar por esas campañas de intoxicación contra la Iglesia. Si Ella "fuera obra de hombres se desvanecería por sí misma; pero si es de Dios, no podréis acabar con ella" (Act 5,38-39). "Carísimos, no se os oculte una cosa: un día ante Dios es como mil años, y mil años como un día" (2 Pet 3,8). Al hilo de estas ñor es lo permanente.