XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Mateo 28, 16-20: ¿Qué es la Eucaristía?

Autor: Regnum Christi

Fuente: Regnum Christi       Para suscribirse

 

 

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.

Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.

Meditación


La Eucaristía es el “lugar” donde Cristo se ha quedado con nosotros, todos los días, hasta el fin del mundo. En este admirable sacramento se manifiesta el amor más grande que impulsó a Jesús a quedarse con nosotros. Desde ahí sigue amándonos hasta el extremo. En este sacramento, el Señor viene al encuentro de cada hombre, acompañándonos en nuestro camino.

En la Eucaristía Jesús no nos da “algo”, sino que se da a Él mismo. Se trata de un don absolutamente gratuito, inmerecido. Debemos redescubrir el significado y la belleza de gastar el tiempo junto a Jesús. La persona que valora la presencia de Cristo en este sacramento encuentra también tiempos para estar en oración ante el Sacramento del altar. El aprecio por la compañía del Señor se manifestará también en una participación activa en la Santa Misa.

Por último no olvidemos las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy que nos invitan a ir y predicar. ¡Señor, que la comunión fervorosa de la Eucaristía nos haga siempre testigos tuyos!

Reflexión apostólica


Somos apóstoles del Señor cuando en nuestras acciones, palabras y modo de ser, aparece Cristo. No olvidemos que el testimonio cristiano es uno de los modos más eficaces de los que Dios se vale para hacer llegar su amor a los hombres.

Propósito


Dedicaré 10 minutos a adorar a Cristo presente en la Eucaristía, con gran reverencia y fervor, consciente de que estoy ante Cristo mismo.