San Lucas 12, 8-12:
Nuestra relación con el Espíritu Santo

Autor: Regnum Christi

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Evangelio


Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 8-12


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que a todo aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de
Dios; pero a aquel que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios.

A todo aquel que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

Cuando los lleven a las sinagogas y ante los jueces y autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que convenga decir”.

Meditación


En Pentecostés los apóstoles fueron fortalecidos en su misión de ser testigos de Jesús, para anunciar su Evangelio a los hombres. La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés no fue un evento aislado en la vida de la Iglesia. Todos los bautizados recibimos el Espíritu Santo en nuestro bautismo.

Recordemos que toda nuestra santificación y apostolado, dependen de nuestra correspondencia a las mociones del Espíritu Santo. No hay nada que podamos hacer en nuestra vida de cristianos sin la ayuda del Espíritu Santo. Cuando recibimos un consejo con el corazón abierto, cuando nos acercamos a la confesión con un firme propósito de enmienda, cuando realizamos una obra buena con un corazón generoso, cuando perdonamos sinceramente una ofensa… es el Espíritu Santo quien actúa en nosotros.

La amistad con el Santo Espíritu no es algo que se puede lograr sólo con desearlo teóricamente. Es una amistad que exige una constante atención, un saber escuchar a Dios. Para incrementar la relación con el Espíritu Santo se requiere de la oración y de la docilidad para seguir sus inspiraciones que nos llevan a vivir según el Evangelio.

Reflexión apostólica


Hagámonos amigos fieles del Espíritu Santo, pidámosle su ayuda, invoquémosle en nuestras necesidades, hasta hacer de Él, el Dulce Huésped del alma y el gran “socio” en nuestra vida de cristianos, para que Él haga fructificar nuestras acciones.

Propósito


El día de hoy antes de iniciar mi trabajo, una reunión, un momento de estudio, etc. haré una oración al Espíritu Santo pidiéndole me ayude a realizar todo según sus inspiraciones: “¡Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor!”