Mateo 5, 1-12:
Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos.

Autor: Regnum Christi

Fuente: Regnum Christi       Para suscribirse

 

 

Evangelio


 Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12


En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así:
“Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran,
porque serán consolados.
Dichosos los sufridos,
porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos”.

Meditación

El poema de las Bienaventuranzas que hoy leemos es la introducción y el meollo del “Sermón del Monte” que pronunció Jesús y es la “Carta Magna” de su doctrina.

¡Cuántas cosas importantes tiene el Señor que decirme mas no las podré oír si no me acerco a Él, como hoy leemos hicieron los discípulos! Sólo Jesucristo nos puede dar a conocer la dimensión sobrenatural que el criterio humano naturalmente no alcanza a vislumbrar. Él alumbra las realidades y las dificultades con una luz de gloria y eternidad…
¡Cómo hemos llorado y seguimos llorando, ante esas circunstancias duras de la vida que a todos, de un modo u otro, se nos presentan! El Señor, si estamos cerca de Él, en lugar de dejar que nos ahogue el dolor, nos rescata y ¡nos llama bienaventurados! Y es que adhiriéndonos a su persona y a su palabra, en la fe y con esperanza, se nos abre el amor infinito del Padre celestial, y somos efectivamente consolados. Hagamos la experiencia de acercarnos al sacramento de la Reconciliación arrepentidos ante Dios, llorando nuestro pecado y entenderemos, al sentir la misericordia y el consuelo del Señor, la paradoja de la Bienaventuranza.

Reflexión Apostólica


Demos a conocer con nuestro testimonio que el cristiano que atiende la enseñanza de Jesucristo puede encontrarle sentido a la “sin razón” del dolor y la carencia.

Propósito


Ser hoy alegría para los demás.