San Juan 20, 2-8:
Mensajeros de la “Palabra de vida”.

Autor: Regnum Christi

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Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 2-8

El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.

En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Meditación

Además del Evangelio, la tradición ha conservado tres epístolas de san Juan, que escribió cuando tenía alrededor de 95 años. La primera se presenta como una carta encíclica destinada a las comunidades de Asia amenazadas por el desgarramiento de las primeras herejías que negaban la divinidad de Jesucristo. Bien podría decirse que esta carta es una síntesis de la Teología de san Juan.
La vida de fe y amor junto al Señor, se hace patente en el apóstol que al entrar al sepulcro entiende enseguida que Jesús había resucitado. Lo corroboraría con las apariciones y esa fe se llenaría de luz y fuego de Amor en Pentecostés. Lleno del Espíritu Santo se convierte en comunión con el Padre y el Hijo, en testigo y mensajero de la “Palabra de vida”, del Verbo Encarnado. Es la comunión con la Iglesia, de cada uno de nosotros que hemos visto y creído, que Juan nos está pidiendo, y para ello es absolutamente impostergable darle un lugar muy importante a nuestro compromiso de formación. Así, ante cualquier circunstancia difícil por la que atraviese el mundo, tendremos la prudencia y la sabiduría de buscar los lineamientos de la Iglesia que nos darán el parámetro de la verdad del Padre y del Hijo, y nos ayudarán, con el Espíritu Santo, a ponderar y a analizar los acontecimientos.

Reflexión apostólica

Seamos prudentes y evitemos conductas que propicien la división. Nuestros criterios deben ser la verdad y la caridad.

Propósito

Dar pautas de alegría y esperanza a nuestra familia.