San Marcos 3, 1-16:
Llamados a la caridad

Autor: Regnum Christi

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Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-16

En aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poderlo acusar. Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”. Después les preguntó: “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?” Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana.

Entonces se fueron los fariseos y comenzaron a hacer planes con los del partido de Herodes para matar a Jesús.


Meditación

Sabías, Jesús, de las intenciones de los fariseos y ni eso frenó tu misericordia para con el enfermo. Pero la dureza de sus corazones los cegaba y el milagro, lejos de ser razón de conversión, lo fue de condenación.

Me alerta el Evangelio de hoy, a estar muy al pendiente de mi corazón, para que la dureza no se instale y me haga “eliminar” a Jesús de él… ¡Qué mi corazón nunca sea causa de tristeza para Ti, Señor!

Me llamas también, Señor, a ser firme para y por el bien, aún a pesar de la condena o la burla de los demás. Me pides testimonio congruente, convencido y valeroso. Para hacerlo realidad he de tener la voluntad de amar, estar convencido del llamado que Cristo nos ha hecho a vivir la caridad, descubriendo su rostro en todo aquel que clama por ayuda o silenciosamente expone su necesidad.

Reflexión Apostólica

El apóstol ha de tener muy presente que la dureza del corazón es repelente de almas.

Propósito

Seré amoroso con mis hijos.