San Mateo 12, 1-8:
No juzgues; deja que Dios te guíe

Autor: Regnum Christi

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Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8:

Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado”.

Él les contestó: “¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes?

”¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo les digo que aquí hay alguien más grande que el templo.

”Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.


Meditación

Juicios, condenas y prejuicios salen sobrando cuando el amor es la brújula del comportamiento… cuando Tú, Jesús, realmente has impregnado mi alma. Me llamas hoy, Señor, a la “inteligencia religiosa” que por conocerte, deja del lado actitudes que tergiversan tu mensaje y ofenden a los demás. Me llamas, también Jesús, a fortalecer mi espíritu en vez de andar indagando “cómo anda el de los demás.” Me llamas al respeto y a la discreción, pues tengo que reconocer que con frecuencia me erijo en juez y en pregonero de los “errores” de los demás.

¡Cuántas veces, Señor, he frenado la corriente de tu amor por la fijación que tengo del cumplimiento de leyes y criterios personales! Me pides misericordia que se abre generosamente a mi prójimo y rechazas el sacrificio que me puede peligrosamente encerrar en mí mismo. Por otro lado, te declaras, Jesús, Señor del sábado y con ello entiendo que eres el Señor de la historia, la cabeza de la Iglesia, y quien preside y guía con amor, mi vida.

Reflexión apostólica

El apóstol debe ser ejemplo de misericordia.

Propósito

Evitaré dar pie a la murmuración