San Lucas 11,42-46:
Vive lo que predicas

Autor: Regnum Christi

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Evangelio: San Lucas 11,42-46

En aquel tiempo, Jesús dijo: "¡Ay de ustedes, fariseos, porque pagan diezmos hasta de la hierbabuena, de la ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y del amor de Dios! Esto debían practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar los lugares de honor en las sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la gente sin darse cuenta!".
Entonces tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo: "Maestro, al hablar así, nos insultas también a nosotros". Entonces Jesús le respondió: "¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, porque abruman a la gente con cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta del dedo!".


Meditación:

Jesús reprochaba a los fariseos su incoherencia, porque exigían muchas cosas a los otros, pero ellos no vivían el amor de Dios, porque se quedaban en el cumplimiento externo, y su corazón estaba alejado de Dios. ¡Cuánto podría también Jesús reprocharnos a nosotros los cristianos de hoy! Predicamos la fe y la caridad, pero a veces vivimos como si no tuviéramos ni fe ni amor; nos enfrascamos en los bienes materiales y nos olvidamos de nuestros semejantes; acudimos a misa y decimos ciertas oraciones, pero luego, eso no se refleja en nuestra vida diaria. ¿Qué hacer, pues para ser más coherentes? Vivir, pensar, hablar y obrar verdaderamente como cristianos, como seguidores de Cristo. Actuar siempre de acuerdo a nuestros principios, aunque vayamos contracorriente. Cumplir con nuestras obligaciones, motivados por el amor a Dios, siendo siempre honestos y responsables. Pidámosle al Señor que no nos dejemos influir negativamente por los demás, o por el ambiente, que seamos valientes para vivir siempre de acuerdo a nuestra fe y amor a Él. No dejemos que Cristo se quede en una motivación sin incidencia en nuestra vida, nunca traicionemos nuestra fe subordinándola al pragmatismo, o al materialismo. La incoherencia de vida de los cristianos aleja a muchos de la fe. Por el contrario, la autenticidad de vida es el testimonio más hermoso que podemos dar de Cristo.

Reflexión apostólica:

La oración es imprescindible para cultivar una conciencia clara de lo que Dios quiere de nosotros en cada momento. Es más, la oración no sólo ilumina sino que proporciona también la fuerza, los motivos para amar ese querer divino y llevarlo a su realización coherentemente. Tengamos siempre presente que la oración es el primer paso y el cimiento para el apostolado.


Propósito:

Hoy seré coherente con mi fe en todo momento.