San Lucas 12,1-7:
La Providencia divinaAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio: San Lucas 12,1-7
En aquel tiempo, la multitud rodeaba a Jesús en tan gran número,
que se atropellaban unos a otros. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos:
"Cuídense de la levadura de los fariseos, es decir, de la hipocresía. Porque no
hay nada oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a
conocerse. Por eso, todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad, se dirá a
plena luz, y lo que hayan dicho en voz baja y en privado, se proclamará desde
las azoteas. Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a aquellos que matan
el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más. Les voy a decir a quién han de
temer: Teman a aquel que, después de darles muerte, los puede arrojar al lugar
de castigo. Se lo repito: A él sí tienen que temerlo. ¿No se venden cinco
pajarillos por dos monedas? Sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios;
y por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su cabeza están contados. No
teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los pajarillos".
Meditación:
Jesús nos habla en el Evangelio de que la Providencia de Dios tiene
cuidado de nosotros, desde las cosas más pequeñas hasta los grandes
acontecimientos de nuestra vida. Es por eso que el Señor nos pide un abandono
filial pues Dios realmente cuida de nosotros. ¿Qué hacer para vivir con mayor
confianza en la Providencia? Ver en todo la acción de Dios, convencernos de que
Él es un Padre que no permite nada que no quiera, y que todo lo que Él consiente
en nuestra vida, por malo que parezca, en realidad es lo mejor. Los caminos de
Dios muchas veces nos son incomprensibles. Por eso, necesitamos de la fe y de la
esperanza. Sólo al final, cuando veamos a Dios cara a cara, vislumbraremos algo
de sus misteriosos planes de amor para nosotros. Cuanto más nos dejemos tocar
por el amor de Dios en la vida sacramental, en la vida de oración, en la vida de
trabajo, en el tiempo libre, tanto más podremos comprender que todo tiene valor
en tanto en cuanto nos lleva a amar mejor a Dios. Con este amor de Dios nada nos
falta. Dejémonos guiar, dejemos que la Providencia decida qué hace con nosotros.
Reflexión apostólica:
Cristo nos invita al abandono en la providencia de nuestro Padre
celestial. Confiémosle pues todos nuestros afanes y preocupaciones pues Él cuida
de nosotros. Rechacemos la excesiva confianza en lo pasajero, evitemos todo lo
superfluo y dediquémonos a cumplir con la voluntad de Dios convencidos de que
¡la esperanza cristiana nunca defrauda! Busquemos día a día convertirnos en
cristianos auténticos, de honda fe y ardiente esperanza.
Propósito:
Ocuparme de las cosas de Dios y dejar en sus manos mis preocupaciones.