San Lucas 15, 1-10:
Dios también es justo

Autor: Regnum Christi

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Lectura del santo Evangelio según San Lucas 15, 1-10

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”.

Jesús les dijo entonces esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse.

”¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido’. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente”.

Meditación

Actualmente muchos piensan que Dios es tan grande que el pecado no cuenta, que al final Dios será bueno con todos. Sin embargo, Dios es también justo. Esto debemos tenerlo presente siempre.

El cristiano que es sincero sabe que tiene pecado, pero que Dios nos da siempre la oportunidad de volver a comenzar, de ser siempre nuevos. El sacramento de la penitencia nos da la ocasión de renovarnos hasta el fondo con el poder de Dios.

Nuestras almas que están heridas y enfermas, como es la experiencia de todos, necesitan no sólo de consejos humanos o de psicólogos, sino que requieren una verdadera renovación que sólo puede venir del poder de Dios, del Amor crucificado, de la gracia sacramental. Para ello, necesitamos abrir nuestro corazón a Dios, confesando nuestros pecados y recibiendo, por la acción del Espíritu Santo y mediante el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz.

Abramos sinceramente el corazón a Jesús, para darle un “sí” incondicional. Vivamos con un espíritu de penitencia en lo pequeño, en el cumplimiento de nuestros deberes, en la máxima caridad con los otros, en sobrellevar con buen ánimo las dificultades de cada jornada. Entonces experimentaremos la alegría de la que habla el Evangelio.

Reflexión apostólica

Para responder a nuestra vocación como cristianos busquemos el encuentro íntimo con Cristo en el sacramento de la confesión y en la práctica de la dirección espiritual. No dejemos pasar, por pereza o por abandono, esas ocasiones maravillosas de encontrarnos con Cristo.

Después de cada confesión reemprendamos nuestro camino espiritual con renovada confianza en la gracia de Dios y con la firme decisión de corresponderle.

Propósito

Hacer una buena confesión o proponerme hacer un examen de conciencia cada día.