San Lucas 19,45-48:
Amar la casa de DiosAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio: San Lucas 19,45-48
Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los
que vendían y compraban allí, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa es casa de
oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones”. Jesús enseñaba
todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y
los jefes del pueblo intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo,
porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.
Meditación
Jesús tenía un profundo respeto por el templo. Vemos cómo desde pequeño
fue presentado por José y María cuarenta días después de su nacimiento; luego,
cuando tenía doce años, se quedó en el templo para hacer ver que se dedicaba a
los asuntos de su Padre. Durante su vida oculta, subió allí todos los años al
templo con ocasión de la pascua; a lo largo de su vida pública también enseñaba
con frecuencia desde el templo, etc. Para Jesús, el templo era como al lugar
privilegiado para el encuentro con Dios. Era la casa de su Padre, una casa de
oración. Y nosotros, ¿qué importancia damos a la vida litúrgica, a la relación
con Dios? Conscientes de su valor hemos de participar activa y fervorosamente en
las celebraciones litúrgicas de forma que sean el alimento de nuestra vida
cristiana. La participación en ellas demuestra de manera silenciosa pero
elocuente nuestro amor a Dios y a la Iglesia. Así como Jesús, hemos de
caracterizarnos por la vida de oración. El que quiere vivir unido a Dios ha de
reservar los tiempos más nobles de la jornada a hablar con Dios. Uno de los
hábitos que podemos formar es cultivar la presencia de Dios a lo largo del día,
conservando el deseo de agradar a Dios en cada momento. Esto nos permite cumplir
la voluntad de Dios con mayor facilidad y nos ayuda a descubrir a Cristo detrás
de cada acontecimiento.
Reflexión apostólica:
El contacto asiduo con Cristo, mediante la oración personal y la
participación litúrgica, es el lugar privilegiado para alcanzar el conocimiento
experimental de su amor. Frecuentemos las visitas a Cristo en la Eucaristía,
“corramos” a su encuentro siempre que nos sea posible. Recordemos que en cada
Sagrario se encuentra la persona que más nos ama.
Propósito:
Detenerme en algún momento del día para visitar a Cristo Eucaristía en
alguna Iglesia o capilla.