San Lucas 4,43-54:
Tu hijo ya está sano

Autor: Regnum Christi

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Evangelio: San Lucas 4,43-54:

En aquel tiempo, Jesús salió de Samaria y se fue a Galilea. Jesús mismo había declarado que a ningún profeta se le honra en su propia patria. Cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que él había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían estado allí. Volvió entonces a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Al oír que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que fuera a curar a su hijo, que se estaba muriendo. Jesús le dijo: “Si no ven ustedes señales y prodigios, no creen”. Pero el funcionario del rey insistió: “Señor, ven antes de que mi muchachito muera”. Jesús le contestó: “Vete, tu hijo ya está a sano”. Aquel hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Cuando iba llegando, sus criados le salieron al encuentro para decirle que su hijo ya estaba sano. Él les pregunto a qué hora había empezado la mejoría. Le contestaron: “Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre”. El padre reconoció que a esa misma hora Jesús le había dicho: “Tu hijo ya está sano”, y creyó con todos los de su casa. Esta fue la segunda señal milagrosa que hizo Jesús al volver de Judea a Galilea.

Oración introductoria:

Señor, dame una fe viva, un amor ardiente y una confianza ilimitada en ti. Ayúdame a orar con profundidad, para escuchar tu voz y ser dócil a tus inspiraciones.

Petición:

Jesucristo, dame una fe real y verdadera, que transforme toda mi vida.

Meditación:

El funcionario real tenía fe en Jesús. Y porque tenía fe, esperó en Él. La fe es al mismo tiempo esperanza. La fe nos otorga una seguridad sobre la cual podemos apoyarnos. La gran esperanza de nuestra vida sólo puede ser Dios. Su amor es lo que nos da la posibilidad de perseverar día a día en un mundo que por naturaleza es imperfecto. La oración es el lugar ideal para crecer en la confianza. A mayor oración, mayor fe; a mayor fe, mayor esperanza; a mayor oración, mayor confianza. El funcionario real hizo de la enfermedad de su hijo un motivo para orar y para creer en Jesús. En efecto, el sufrimiento nos enseña a crecer en la esperanza. Lo que nos cura no es esquivar el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, de madurar en ella, y de encontrar en todo eso un sentido, mediante la unión con Cristo. El Evangelio también nos dice que el funcionario real creyó con todos los de su casa. Así debe ser nuestra fe: dinámica, entusiasta, capaz de acercar a otros muchos al Señor.

Reflexión apostólica:

No podremos ser auténticos apóstoles si no nos entregamos primero a la oración. La oración, es para el miembro del Regnum Christi el primer apostolado. No podremos conquistar a otros si antes Cristo no conquista nuestro corazón. Acompañemos la fidelidad a nuestros compromisos con la autenticidad del testimonio.

Propósito:

Dar testimonio cristiano, especialmente en mi familia.

Diálogo con Cristo:

Señor, el testimonio es un medio excelente para darte a los demás. Ayúdame a ser Evangelio viviente, siendo cristiano las veinticuatro horas del día y en todas partes.