San Juan 21,15-17:
Apacienta mis corderosAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio: San Juan 21,15-17:
En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de
Juan, ¿me amas más que éstos?”. Él le contestó: “Sí, Señor, Tú sabes que te
quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Por segunda vez le preguntó: “Simón,
hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que te quiero”.
Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo
de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado
por tercera vez si lo quería, y le contestó: “Señor, Tú lo sabes todo; Tú bien
sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”.
Oración introductoria:
Señor, hoy me preguntas, -como a Pedro-, si realmente te amo. Junto con
el apóstol te repito que ¡te quiero y te amo más que nada en el mundo! Tú lo
sabes Jesús.
Petición:
Señor, te amo, pero, ¡acrecienta mi amor!
Meditación:
El documento conciliar Gaudium et Spes, expresa bellamente que
Jesucristo, el Hijo de Dios, trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia
de hombre, obró con voluntad de hombre, y amó con corazón de hombre. Nacido de
la Virgen María, Él se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a
nosotros, excepto en el pecado. Cristo no solamente tenía un corazón divino,
rico en misericordia y compasión, sino también un corazón humano, capaz de
expresar el afecto. El Evangelio da testimonio de esto. Jesús le pregunta a
Pedro si le quiere. Lo hace tres veces. Y recibe del apóstol la misma respuesta.
¿No querrá decirnos con esto que a Dios le agrada que le manifestemos y le
digamos cuánto le amamos? Para comprenderlo, hace falta entrar en la dinámica
psicológica propia del amor. Al amado le gusta escuchar muchas veces que se le
ama, y al enamorado le agrada también expresarlo. ¿Por qué no hacemos la prueba?
Digámosle muchas veces a Jesús que le amamos. Esa repetición favorecerá en
nosotros el deseo de configurar nuestra vida cada vez más con Él. La pregunta de
Jesús a Pedro se dirige ahora a cada uno: “¿Me amas?”.
Reflexión apostólica:
El miembro del Regnum Christi vive copado por el amor a Cristo. Trabaja
por Él, sufre por Él, goza por Él, descansa por Él, y sólo por Él busca la
santidad.
Propósito:
Decirle hoy a Jesús que le amo, con la repetición de buenas obras que
le agraden.
Diálogo con Cristo:
Señor, no permitas nuca que me canse de buscarte, de pedirte, una y
otra vez, que me llenes con tu amor, para que siempre pueda responderte con
generosidad y firmeza, especialmente en los momentos de más dificultad.
«¿Cómo lograr este amor apasionado a Cristo? Sólo hay un camino: el de la
intimidad con Él» (Cristo al centro, n. 316).