San Marcos 16,15-20:
Prediquen el Evangelio

Autor: Regnum Christi

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Evangelio: San Marcos 16,15-20:

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”. El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.

Oración introductoria:

Señor, tú me llamas a ponerte en el centro de mi vida y a dedicarme a predicar tu Reino. Tu ascensión junto al Padre me invita también a poner el ancla de mi vida en el cielo. ¡Cuánto tengo que aprender, Señor! Gracias por este tiempo de oración. En él quiero profundizar en todas estas verdades de mi fe, para poder llevarlas a la práctica, día con día.

Petición:

Gracias Señor por el don de mi bautismo, gracias por el don de la fe, de la esperanza, de la caridad que has infundido en mi corazón.

Meditación:

“El que crea y se bautice, se salvará…” En palabras de Jesús, la fe y el bautismo nos abren las puertas del cielo. El Señor no dice que la entrada al cielo dependa del cumplimiento de todos los mandamientos. A Jesús sólo se llega por medio del salto de la fe. ¿Estoy dispuesto a darlo? Dios nos da este gran don y virtud sobrenatural de la fe en el bautismo. La fe es una gracia, sí, pero también es una gracia que debe ser correspondida. En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas han de cooperar con la gracia divina. Creer es una posibilidad extraordinaria, es la buena noticia que Jesús nos da a los hombres, pues la fe es ya el comienzo de la vida eterna. Pero no basta creer ni conservar la fe para uno mismo. La fe profundamente vivida nos ha de transformar en verdaderos testigos de Cristo. ¿Me quedo cómodamente tranquilo, entretenido en mis pasatiempos, mientras hay muchas personas que no conocen, ni aman a Cristo? La misión merece toda nuestra entrega. ¿Estaré dispuesto a comprometer toda mi persona en la nueva evangelización?

Reflexión apostólica:

Jesús nos encarga a cada uno evangelizar. Se trata de colocar a Jesucristo al centro de nuestras vidas, de nuestras familias y de la sociedad. El apóstol del Regnum Christi es aquel hombre de oración y de acción, es aquel que sabe presentar la belleza del amor de Cristo con naturalidad y arrojo, es aquel que arrastra a todos a Cristo con la fuerza de su palabra y de su testimonio.

Propósito:

Desprenderme de un tiempo personal para invertirlo en la evangelización.

Diálogo con Cristo:

Señor, sé tú el modelo supremo, el criterio, y la inspiración para toda mi vida cristiana. Ayúdame a conocerte, amarte, seguirte y darte a conocer a los demás. Jesús, quiero que tú seas todo para mí, quiero vivir con la inquietud, con la sed, con el ansia de hacer que triunfes en cada corazón humano.

«El sí amoroso a Cristo debe llevar también a un sí a los demás hombres» (Cristo al centro, n. 327).