San Mateo 8,1-4:
Señor, si quieres, puedes curarme

Autor: Regnum Christi

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Evangelio: San Mateo 8,1-4:

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó de la montaña, lo iba siguiendo una gran multitud. De pronto se le acercó un leproso, se postró ante él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciéndole: “Sí quiero, queda curado”. Inmediatamente quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: “No le vayas a contar esto a nadie. Pero ve ahora a presentarte al sacerdote y lleva la ofrenda prescrita por Moisés para probar tu curación”.

Oración introductoria:

Señor, admiro tus obras, admiro tu creación, admiro tu historia, admiro cómo me vas llevando y la acción de la gracia en mi vida. Te adoro, Señor.

Petición:

Dios mío, ayúdame a amar a los demás como Cristo nos amó a nosotros.

Meditación:

A pesar de que las enfermedades forman parte de nuestra existencia, no nos habituamos a ellas, porque estamos hechos para la Vida perfecta que es Dios. De modo que cada dolor puede convertirse en un recordatorio de que este mundo no es nuestra morada definitiva y que hay una vida que nos espera junto a Dios. Pero no debemos olvidar que el verdadero mal no es el sufrimiento físico, sino la ausencia de Dios. Sólo la unión con Dios puede darnos la verdadera vida. ¿Hemos pensado que la obra de curación de Jesús se prolonga ahora en la Iglesia? Sí. Mediante los sacramentos, Cristo nos comunica su vida, Cristo nos cura, Cristo nos sana, Cristo nos asiste, Cristo nos limpia. ¡Él es el médico de nuestros cuerpos y de nuestras almas! ¿Tenemos algún dolor, alguna pena? Acudamos entonces a los sacramentos, ahí nos espera el Señor para curarnos. Cada cristiano está llamado también a aliviar el dolor de sus hermanos. En este mundo que se empeña en eliminar a los enfermos, ya sea por alguna discapacidad o porque tienen alguna enfermedad terminal, estamos llamados a ofrecer un testimonio de esperanza, compartiendo con los que sufren sus dolores y haciéndolos propios.

Reflexión apostólica:

El Regnum Christi nos invita a conocer, amar y dar a Cristo, a no tener otra razón para vivir fuera de Cristo, a no hacer nada que no sea por Cristo, a vivir centrados sólo en Él. Y por lo mismo, vivir el gran mandamiento de Cristo: la caridad fraterna y universal, sin distinción de lenguas, razas, culturas o estados socioeconómicos.

Propósito:

Auxiliar a algún enfermo con mis cuidados, caridad u oración.

Diálogo con Cristo:

Gracias Señor por el don que nos has regalado en el Regnum Christi que nos hace percibir un poco, ya desde ahora, lo que será la felicidad del cielo: el espíritu de caridad que nos une en una familia. Dame la gracia de vivir esta caridad de manera que sea siempre mi distintivo y la fuerza de toda mi acción apostólica.

«Tenemos que gritar especialmente a los que sufren: ¡Cristo te amó, te ama y se entregó a la muerte por ti!» (Cristo al centro, n.381).