San Mateo 13,18-23:
Echar raíces en DiosAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio:
San Mateo 13,18-23:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Escuchen ustedes lo
que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del
Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su
corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.
Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta
inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces,
y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra,
sucumbe. Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra,
pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas, la sofocan y
queda sin fruto. En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes
oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, el
sesenta; y otros, el treinta”.
Oración preparatoria:
Señor, tú eres lo único necesario en mi vida. Tú eres el único bien
verdadero, el único bien perdurable, el único amigo sincero y fiel, el único que
me tiende la mano y me ayuda en todos los instantes de la vida y en la eternidad.
Señor, quiero que el amarte y darte gloria sea el gran quehacer de mi vida.
Petición:
Señor, que en mi vida seas siempre tú lo primero.
Meditación:
El Evangelio nos hace cuestionarnos sobre qué tipo de tierra es cada
uno. Quisiéramos ser esa tierra buena que da fruto al ciento por uno. Pero
probablemente nuestra realidad sea más bien una mezcla de piedras, espinos y
tierra buena. Sin embargo, cada día Dios nos da la ayuda para hacer de nuestra
alma una tierra fecunda. Intentemos quitar de nuestra vida todas esas cosas que
son accidentales, que son hasta piedras o espinos que nos estorban para poder
amar a Dios y a los demás. ¿Cuáles son las espinas, cuáles son los pedruscos que
me impiden dar fruto? El Señor describe la tierra buena como aquella que permite
echar raíces y dar fruto. Preguntémonos ahora, ¿dónde tenemos nuestras raíces?
¿En dónde tenemos cimentada nuestra vida? ¿En la fama, en el bienestar, en
ciertas personas? Estemos atentos, porque las cosas pueden desaparecer, las
personas pueden fallar o morir. Lo único que no pasa, lo único esencial es
siempre Dios. Limpiemos el terreno de nuestra alma, optemos por tener en el
corazón los mismos sentimientos que los del corazón de Cristo.
Reflexión apostólica:
Nuestra misión como miembros del Regnum Christi es dar a Cristo en
cualquier situación y circunstancia de la vida. Hay que dar a Cristo con la
palabra, con el testimonio de una vida coherente y con el apostolado. Imprimamos
a todo lo que hagamos el dinamismo propio de la misión y seamos generosos para
trabajar más por la nueva evangelización.
Propósito:
Desprenderme hoy de un bien material superfluo al que esté apegado y
hacer un acto de caridad con los demás.
Diálogo con Cristo:
Jesús no permitas que llene mi corazón con las cosas de la tierra, más
bien, ayúdame a usar todo con desprendimiento, que sepa usar todo como un medio
para amarte y servirte mejor a ti.
«Busquen siempre a Dios» (Cristo al centro, n. 666).