San Mateo 17,14-20:
Oración y vida son inseparablesAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio:
Evangelio: San Mateo 17,14-20:
En aquel tiempo, al llegar Jesús a donde estaba la multitud, se le
acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: “Señor, ten compasión de mi
hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas,
en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo”.
Entonces Jesús exclamó: “¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y
perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla? Tráiganme aquí al muchacho”.
Jesús ordenó al demonio que saliera del muchacho, y desde ese momento éste quedó
sano. Después, al quedarse solos con Jesús, los discípulos le preguntaron: “¿Por
qué nosotros no pudimos echar fuera a ese demonio?”. Les respondió Jesús:
“Porque les falta fe. Pues yo les aseguro que si ustedes tuvieran fe al menos
del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: ‘Trasládate
de aquí para allá’, y el monte se trasladaría. Entonces nada sería imposible
para ustedes”.
Oración introductoria:
Señor, quiero comenzar esta meditación haciendo silencio en mi corazón; no un
silencio vacío, sino lleno de oración y de conciencia de estar ante ti, en tu
presencia, que nos amaste tanto hasta subir a la cruz por nosotros.
Petición:
Jesús, te pido me concedas la gracia de asimilar que la verdadera oración
consiste en unir nuestra voluntad a la de Dios.
Meditación:
La oración no es un recurso de emergencia, ni la última alternativa cuando se
agotan todas las posibilidades humanas. Rezar es mucho más que pedir milagros
urgentes. La fe y la vida de oración han de llenar toda nuestra vida. Hay que
orar constantemente, dando gracias continuamente por todo lo que Dios nos
concede. Orar es siempre posible, incluso en el supermercado o en una capilla,
porque en toda ocasión podemos elevar una fervorosa oración a Dios. ¿Cómo vamos
a crecer en amistad con Dios si no fomentamos el diálogo con Él? Orar es una
necesidad vital. Nada vale tanto como la oración. El mismo Evangelio nos enseña
que la oración hace posible lo que parece imposible, hace fácil lo que es
difícil. La oración nos conforma cada vez más con Cristo. La plegaria nos hace
capaces de amar a los demás como Dios nos ha amado. Oración y vida cristiana son
por tanto, inseparables. ¿Cómo orar continuamente? Uniendo la oración a las
obras y las obras a la oración, sólo así podremos realizar el consejo de la
oración continua.
Reflexión apostólica:
El miembro del Regnum Christi es contemplativo y conquistador, y cuida sus
compromisos de oración, pues son el momento privilegiado para la relación
personal con el Señor y para experimentar su amor.
Propósito:
No dejar pasar ningún día sin un rato personal de oración para orientar mi vida
a Dios.
Diálogo con Cristo:
Jesús, ahora veo que la oración no es algo accesorio o algo opcional, sino que
es una cuestión de vida o muerte, puesto que sólo quien reza, es decir, quien se
confía a Dios con un amor filial, puede entrar en la vida eterna, que eres tú
mismo.
«El apóstol es por definición un hombre de Dios, un hombre de la familia
de Dios, un hombre de oración» (Cristo al centro, n. 120).