XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6,41-51: Alimentar nuestra caridad en la EucaristíaAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio:
Evangelio: San Juan 6,41-51:
En aquel tiempo, los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho:
“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”, y decían: “¿No es éste, Jesús, el
hijo de José? ¿A caso no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora
que ha bajado del cielo?”. Jesús les respondió: “No murmuren. Nadie puede venir
a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ese Yo lo resucitaré el
último día. Está escrito en los profetas: Todos serán Discípulos de Dios. Todo
aquel que escucha al Padre y aprende de Él, se acerca a mí. No es que alguien
haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ése sí ha visto al
Padre. ”Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de
vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Este
es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el
pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y
el pan que Yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”.
Oración introductoria:
Jesús, dame la gracia de orar. No permitas que me dé miedo el silencio
y el sosiego. Haz que opte siempre por el camino de la escucha de tu Palabra.
Quiero adorarte en tu presencia en la Eucaristía. Que mi vida se resuma en
buscar a Dios y estar en camino hacia Dios.
Petición:
Espíritu Santo, enséñame a adorar, alabar, bendecir y dar gracias a
Jesús en el tabernáculo, en todo momento, en medio de las labores y en la
realidad cotidiana de la vida. Que la devoción a la Eucaristía, forme parte de
toda mi vida.
Meditación:
Jesús es la vida y siempre está con nosotros. Esto se realiza sobre
todo en la Eucaristía. En cada celebración eucarística experimentamos la
presencia viva del Señor. En este Sacramento del Amor está la verdadera vida. La
experiencia nos demuestra que los bienes materiales no son suficientes para
darnos la auténtica felicidad. El alimento que nos llena sólo puede ser Dios. La
vida que anhelamos no es sólo un ideal o un sentimiento, sino que es una persona
viva: es Jesucristo. El Señor nos llama a recibirle con frecuencia en el
sacramento de la Eucaristía, para responder a esta invitación, hemos de
prepararnos, a fin de llegar a este momento tan grande, en el que Cristo se hace
nuestro huésped, con la atención debida. Así como el alimento corporal sirve
para vigorizarnos, del mismo modo la Eucaristía fortalece la caridad. Recibiendo
la comunión, Cristo reaviva nuestro amor y nos hace capaces de vivir con el
mismo amor que le impulsó a salvarnos. Comulgar estrecha los lazos entre Cristo
y nosotros, comulgar nos compromete a vivir la caridad.
Reflexión apostólica:
Un medio que tenemos para mostrarle a Cristo nuestro respeto y nuestro
amor a su presencia en la Eucaristía es permanecer con sincero amor, por un
espacio conveniente de tiempo, en acción de gracias después de recibir la
comunión. De esta forma le expresamos a Cristo en la Eucaristía el
agradecimiento, el amor y la adoración que se merece.
Propósito:
Dedicar un momento a prepararme con fervor antes de recibir a Cristo
Eucaristía.
Diálogo con Cristo:
Señor, tu Eucaristía es un lugar de luz, de oración, de esperanza, de
conversión; te pido la gracia de gozar sensiblemente de tu presencia eucarística,
sintiéndote siempre muy cercano.
«El camino, el libro abierto, es Jesús. Estúdienlo, medítenlo en la oración, en
la Eucaristía, ante el Sagrario» (Cristo al centro, n. 545).