San Lucas 9,46-50:
Se sigue a Jesús en la humildad

Autor: Regnum Christi

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Evangelio:

Evangelio: San Lucas 9,46-50:

Un día, surgió entre los discípulos una discusión sobre quién era el más grande de ellos. Dándose cuenta Jesús de lo que estaban discutiendo, tomó a un niño, lo puso junto a sí y les dijo: “El que reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me ha enviado. En realidad el más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande”. Entonces, Juan le dijo: “Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros”. Pero Jesús respondió: “No se lo prohíban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes”.

Oración introductoria:

Jesucristo, quiero recibir tu Reino con la sencillez, la pureza, la apertura y la docilidad de un niño. Me pongo de rodillas en lo más profundo de mi corazón y te digo que acepto tu Reino. Quiero configurar toda mi vida con tu Evangelio. Quiero que cambies mis criterios, mis reacciones, incluso mis sentimientos y los hagas más acordes con tu caridad. Señor, soy pobre, puedo muy poco por mí mimo, dame tu gracia para que puedas reinar finalmente y para siempre en mi corazón.

Petición:

Señor, ven a reinar en mi corazón.

Meditación:

Con frecuencia, nuestros pensamientos se van modelando conforme con todo lo que el mundo dice y hace. A menudo, en nuestro corazón predominan más los criterios del mundo que los de Cristo. El Evangelio de hoy nos recuerda que una condición para seguir a Jesús es la humildad. Ser humildes es vivir en la verdad de nuestro propio ser. Dar a nuestro yo un valor absoluto es algo contrario a la verdad. El yo independiente en todo, que no depende de nada ni de nadie no existe. Somos creaturas. Vivimos en relación con los demás. Dependemos en todo de nuestro Creador. Dependemos en mucho de los demás. Orientemos nuestra libertad hacia Dios. Conozcamos la voluntad de Dios, injertémonos en ella. No vivamos sólo junto a los otros sino para los otros. Descubramos en los demás la imagen de Cristo mismo que se hizo hombre. Ejercitémonos en la humildad de pensamiento, que nuestra razón se deje iluminar por la fe y por la caridad. ¡Qué mayor recompensa saber que en la medida en que nos hagamos humildes seremos grandes para Dios!

Reflexión apostólica:

Para el Regnum Christi, servir a la Iglesia es cumplir la misión al servicio del Reino de Cristo; es realizar plenamente su propia identidad. El Regnum Christi busca esto: ser una fuerza humilde, pero eficaz, al servicio de la Iglesia de Cristo.

Propósito:

Evitar la vanidad en los propios pensamientos y saber descubrir las cualidades de los demás.

Diálogo con Cristo:

Señor, Tú me enseñas que donde estamos llenos de nosotros mismos, no puedes entrar Tú, que donde nos vaciamos del amor propio, ahí estás Tú, llenándonos con tu presencia y dulce compañía. Ayúdame a ser humilde, porque sólo así podré ser generoso y amar con totalidad.

«Toda alma santa es justa, por eso toda santidad debe empezar por la humildad» (Cristo al centro, n. 1331).