San Lucas 14,1.7-11:
La humildad es la base

Autor: Regnum Christi

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Evangelio:

Evangelio: San Lucas 14,1.7-11:

Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:
Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.

Oración introductoria:

Señor Jesús, tú eres la Puerta que nos lleva al cielo, y para entrar nos debemos de inclinar, hacernos pequeños, humildes, sencillos y vivir las bienaventuranzas. Ayúdame a tener un espíritu de pobreza, de mansedumbre y de paz. Ayúdame a vivir en una profunda humildad, porque tú eres mi Dios y mi Señor.

Petición:

Jesús, manso y humilde, haz mi corazón semejante al tuyo.

Meditación:

Jesucristo nos da ejemplo de humildad. Él se despojó de su gloria divina por amor a nosotros y se rebajó hasta morir crucificado. El Evangelio de hoy nos llama a imitar esta virtud tan querida del Señor, que fue manso y humilde de corazón. La tendencia en todos nosotros es más bien contraria, buscamos lucirnos y ocupar el primer lugar. Sin embargo, cuando uno ve solamente la propia grandeza, resulta que esa grandeza se pierde porque el orgullo nos hace esclavos de nuestro egoísmo. La característica esencial de un seguidor de Cristo es la humildad. Frente a Dios estamos en una condición de necesidad y pobreza. Siempre necesitamos ser perdonados. Hace falta humildad para acoger el don de la salvación que Cristo nos trajo. Empeñémonos en cultivar la humildad. Aunque hayamos hecho cosas grandes, seamos sencillos. Demos a los demás el primer lugar. Agradezcamos los favores y atenciones que recibimos por parte de los demás porque la humildad se manifiesta en la bondad de trato que tengamos con los otros. La humildad es la base de la santidad.

Reflexión apostólica:

Quien ha sido llamado por Dios a formar parte del Regnum Christi, encuentra en él una expresión concreta del amor de Dios a su alma y un camino para corresponderle. Busquemos vivir fielmente y trasmitir con humildad y convicción nuestro carisma de caridad.

Propósito:

Tratar a todos con respeto y bondad.

Diálogo con Cristo:

Gracias, muchas gracias, por mi vocación, ayúdame a ser consciente de que a mí me toca llevar a plenitud el don recibido. Señor, quiero que tú crezcas siempre y yo disminuya.

«La humildad nos pone en contacto directo con la fuente de la caridad que es Dios, por eso sólo los corazones humildes son capaces de ser bondadosos» (Cristo al centro, n. 1354).