San Lucas 17,20-25:
Dios se esconde en la sencillez

Autor: Regnum Christi

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Evangelio: San Lucas 17,20-25:

En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: “¿Cuándo llegará el Reino de Dios?” Jesús les respondió: “El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes”. Les dijo entonces a los discípulos: “Llegará un tiempo en el que ustedes desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán. Entonces les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, pero no vayan corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación”.

Oración introductoria:

Señor, vengo ante Ti para decirte que te amo, que quiero ser más de ti y agradarte. Tú sabes cuán débil soy y qué pronto te fallo. Te pido perdón sincero por mis faltas y renuevo delante de ti el propósito firme de dedicarme a amarte y servirte con la ayuda de tu gracia.

Petición:

Jesús, dame la gracia de orar y de hablar contigo de corazón a corazón.

Meditación:

“El Reino de Dios no llega aparatosamente…”. La señal de Dios es la sencillez. Éste es su modo de reinar y de hacerse presente entre nosotros. Él no viene a nosotros con toda su fuerza, sino con humildad. Un ejemplo de ello es la Eucaristía. Jesús, oculto en el pan y en el vino, nos espera en el sacramento del amor. Ahí le encontramos siempre. Sólo pide nuestra amistad. No escatimemos tiempo para ir a adorarlo con fe, abiertos a reparar las faltas del mundo. Si Cristo tuvo que padecer mucho por nosotros, ahora nos toca ofrecer nuestros sufrimientos para que haya más y más personas que disfruten siquiera un solo día de la fe y del amor de Dios. Nuestras vidas están medidas por el tiempo y por eso el Señor nos pone el ejemplo del relámpago que brilla por un instante en el cielo. Así de fugaz es nuestro paso por la tierra. Esto da urgencia a nuestra existencia. Como no sabemos ni el día ni la hora, hemos de estar en vela agradando en todo al Señor.

Reflexión apostólica:

Para el auténtico apóstol del Regnum Christi, ni el trabajo, ni el estudio, ni las ocupaciones cotidianas, son un obstáculo para estar unido a Dios. Por el contrario, todo ello se convierte en un medio para alabar a Dios, para glorificarlo y amarlo. ¡Hagamos de toda nuestra vida una oración constante y dediquemos siempre el mejor tiempo a nuestros compromisos espirituales!

Propósito:

Acercarme frecuentemente al sacramento de la Eucaristía.

Diálogo con Cristo:

Jesús, ayúdame a vivir unido a ti de modo real, natural, personal y constante. Que alimente esta unión por medio de la vida de gracia y la identificación de mi corazón y voluntad con la tuya.

«Procura encontrar a Dios en todas partes» (Cristo al centro, n. 2118).