San Mateo 11,28-30:
Responder a Dios con humildad

Autor: Regnum Christi

Fuente: Regnum Christi       Para suscribirse   

 

Evangelio

Evangelio: San Mateo 11,28-30:

En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y Yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.

Oración introductoria:
Señor, vengo ante ti, fatigado y agobiado por tantas cargas, por mis pecados, por mis debilidades y miserias. Me presento ante ti con gran confianza, pues Tú mismo dijiste que viniéramos a ti. Coloca sobre mis hombros tu yugo, Señor, con tu gracia lo puedo todo.

Petición:

Jesucristo, que el misterio de tu Encarnación me enseñe a ser humilde y misericordioso.

Meditación:

Dios no deja de llamar a nuestra puerta. En la Navidad vendrá otra vez a nuestros corazones como manso peregrino en espera de acogida. El Señor no viene con fuerza y grandiosidad. Se acerca a nosotros como un niño indefenso, necesitado de cuidados. Sólo pide nuestro amor y que le dejemos reinar en nuestra voluntad, sentimientos y forma de pensar. Dios se hace pequeño para que nosotros también nos hagamos sencillos y aprendamos a vivir como Él. Jesús, manso de corazón nos enseña igualmente a amar a los débiles, a los necesitados en sentido espiritual o material, a los pobres, a los enfermos. Sólo quien es humilde es capaz de comprender a los demás, de salir a su encuentro y vivir la caridad. Cristo nació como pobre en un establo. Se rebajó por nosotros al quedarse en un pedacito de pan. Pidámosle que la contemplación de sus ejemplos nos dé las fuerzas para arrancar toda soberbia y egoísmo. Correspondamos a la humildad de Dios con la mansedumbre de corazón especialmente en el trato con los demás.

Reflexión apostólica:

Hemos de esforzarnos por darle a Cristo todo nuestro tiempo de manera que el Señor pueda servirse de nosotros. Vivamos nuestro apostolado con mucha humildad y tengamos siempre presente que los frutos los da Cristo.

Propósito:

Tener un trato universal, sencillo y delicado con todos, especialmente con los que no me son simpáticos.

Diálogo con Cristo:

Señor, en mi pobreza y fragilidad, quiero trabajar por Ti, quiero hacer algo grande y eficaz por tu Iglesia y por tu Reino. Dame la luz del Espíritu Santo para saber cómo puedo ayudarte más y servirte mejor, muéstrame el camino para hacerlo, Señor.

«Somos instrumentos, medios, herramientas, las más de las veces imperfectos; pero de nosotros Dios echa mano para comunicar a los hombres sus tesoros y sus gracias» (Cristo al centro, n. 1188).