San Marcos 2,23-28:
El centro de la vida cristiana es la Eucaristía

Autor: Regnum Christi

Fuente: Regnum Christi       Para suscribirse   

 

Evangelio: San Marcos 2,23-28:

Un sábado Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?”. Él les respondió: “¿Nunca han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”. Luego añadió Jesús: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.

Oración introductoria:

Señor, te adoro en tu Eucaristía. Gracias por todo tu amor. Bendito seas. Alabado seas.

Petición:

Jesucristo, concédeme la gracia de meditar en tu Evangelio con un corazón atento y sincero.

Meditación:

El evangelio nos habla de varios incidentes en los que Jesús es acusado de quebrantar el sábado. Pero el Señor da una interpretación auténtica a la santidad de este día y nos enseña que los cristianos tenemos un deber esencial: ir a la misa dominical. Nuestra obligación principal no es asistir a un colegio católico, ni dedicarnos a las misiones o vivir en pobreza. Lo primero es amar a Dios participando en la Eucaristía del domingo. Faltar deliberadamente a esta celebración es un pecado grave. Por el contrario, cuidar la puntualidad y el fervor en la vivencia de la misa dominical es un testimonio de fidelidad a Cristo y a su Iglesia. ¡El centro de nuestra vida cristiana es la Eucaristía! Los fariseos criticaban a los discípulos de Jesús porque no actuaban conforme a sus criterios. ¡Con qué facilidad podemos hacer juicios de los demás cuando no se ajustan a nuestra manera de vivir o de actuar! Busquemos ver lo bueno que hay en los demás, resaltemos sus cualidades, en otras palabras, optemos por hacer siempre el bien como Cristo.

Reflexión apostólica:

El corazón del apóstol está en la Eucaristía. Ahí se fragua el celo misionero, de ahí brotan las iniciativas para el Reino, en este santo sacramento se enciende la caridad apostólica. ¡Vivamos con profundidad la Eucaristía!

Propósito:

Pensar hoy bien de todas las personas con las que me encuentre.

Diálogo con Cristo:

Jesús, gracias por haberte quedado en la Eucaristía. Ayúdame a ponerte como lo primero en mi vida. Quiero mostrarte mi amor más y mejor. Te prometo visitarte más en el Sagrario.

«Abrirse a la caridad es abrirse a la presencia de Dios» (Cristo al centro, n. 276).