San Mateo 5,43-48:
La caridad es el alma de la santidad

Autor: Regnum Christi

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Evangelio: San Mateo 5,43-48: La caridad es el alma de la santidad

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Sean, pues, perfectos como su Padre celestial es perfecto”.

Oración introductoria:

Espíritu Santo, inspírame lo que debo pensar, lo que debo decir, lo que debo callar, lo que debo hacer, cómo debo obrar para procurar el bien de los hombres y el cumplimiento de mi misión en el Regnum Christi.

Petición:

Señor, Tú viniste a este mundo para enseñarnos que el camino del amor es la expresión de la verdadera fe. Ayúdame a aprender a testimoniar mi fe con una vida de humildad, dispuesto a pagar el precio necesario para permanecer siempre fiel al Evangelio de la caridad.

Meditación:

Durante los cuarenta días de preparación para la Pascua, la Iglesia nos recuerda nuestra llamada a la santidad. Por nuestro bautismo estamos llamados a ser santos, a ser perfectos. No podemos tranquilizar nuestra conciencia con unas simples oraciones recitadas de vez en cuando, ni podemos conformarnos con asistir a Misa los días de precepto. Nuestra vocación es la santidad, la vivencia de las virtudes cristianas en grado heroico, la fidelidad a la gracia de Dios por encima de todo, el amor al prójimo hasta el extremo. ¿Podemos decir que vivimos así? Contemplemos el ejemplo de los santos, ellos con su vida nos enseñan que Dios es amor y que la caridad es el alma de toda santidad. Fomentemos un deseo ardiente de alcanzar la santidad. Comencemos cada día y seamos santos en lo pequeño. El Evangelio nos da la clave: dar sin esperar nada a cambio, servir sin buscar recompensas, donarnos a los demás aunque no seamos correspondidos, ofrecer de lo que somos y tenemos aunque no nos agradezcan, ser los primeros en saludar a los demás, etc.

Reflexión apostólica:

El alma de todo apostolado es la caridad. La fuerza impulsora de nuestro celo apostólico es la caridad. La clave para la fecundidad apostólica es la caridad. Por tanto, acerquémonos continuamente a Cristo, para incrementar nuestro amor teologal a Dios y a los demás, para formar en nosotros un verdadero corazón de apóstoles.

Propósito:

Ser generoso en la entrega de mí mismo y de mi tiempo a los demás.

Diálogo con Cristo:

Jesús, al contemplarte y adorarte, me doy cuenta de que el amor existe y dado que existe, las cosas pueden cambiar en este mundo. Tú me das la esperanza que procede del amor de Dios y me das la fuerza para vivir y afrontar las dificultades. Hazme dócil a tu amor para ser instrumento de caridad entre los demás.

«Esfuércense todos por conservar y aumentar la verdadera caridad cristiana, la caridad que es el fundamento, el principio y el fin del cristianismo» (Cristo al centro, n. 1441).