Mateo 25, 31-46:
Necesitamos convertirnos, para crear una cultura del amor, y además en el amor seremos juzgados

Autor: Padre Llucià Pou Sabaté  

 

Texto del Evangelio (Mt 25, 31-46):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme”. Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.

Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis”. Entonces dirán también éstos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” Y él entonces les responderá: “En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo”. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna». 

Comentario:

1. Hoy se nos recuerda el juicio final, «cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles» (Mt 25,31), y nos remarca que dar de comer, beber, vestir... resultan obras de amor para un cristiano, cuando al hacerlas se sabe ver en ellas al mismo Cristo. Las primeras palabras de la oración de la Misa de hoy dicen: “Converte nos, Deus, salutaris noster” –convíertenos, Señor, nuestra salvación. Se corresponden con las que inician la cuaresma: “arrepentíos”.  Pero en modo distinto: pasa del imperativo a la petición, es un “dame fuerzas, Señor, para convertirme”. ¿Qué es convertirse? En la práctica, seguir a Jesús, acompañarle, caminar tras sus pasos, pero el que nos convierte es Dios, es dejar de auto-realizarnos de modo orgulloso y aceptar la dependencia con Dios de la que viene la auténtica libertad, lo demás es ilusión y engaño, decía Ratzinger: “básicamente existen tan sólo dos opciones fundamentales: por una parte, la autorrealización, en la cual trata el hombre de crearse a sí mismo para adueñarse por completo de su ser y hacerse con la totalidad de la vida exclusivamente para sí y desde sí mismo; y por otra, la opción de la fe y del amor”, pero “no podemos realizarnos por nosotros mismos; sólo si ‘perdemos’ la vida podemos ganarla. Estas opciones corresponden al contenido de las palabras ‘tener’ y ‘ser’. La autorrealización quiere tener la vida, todas las posibilidades, alegrías y bellezas de la vida, pues considera la vida como una posesión que ha de defender contra los demás”, en cambio es el amor lo que de veras nos hace ser. Como vimos ayer, “podemos también decir que la alternativa entre autorrealización y amor corresponde a la alternativa de las tentaciones de Jesús: la alternativa entre el poder terreno y la cruz, entre una redención fundada en el bienestar y una redención que se abre y se confía a la infinitud del amor divino”. Hoy el hombre se siente adulto para estar “libre” de Dios, “se siente capaz de edificar por sí mismo un mundo libre, verdaderamente humano. Pero hoy vislumbramos ya adónde conduce esta creatividad emancipada de Dios, y así comenzamos a redescubrir la sabiduría de la cruz”. Convertirse es todo esto: no buscar el éxito, la propia imagen, aceptar la cruz. Desear la fe, esperanza y amor antes que el placer, la supremacía del yo y las posesiones. “El éxito, el prestigio, la tranquilidad y la comodidad son los falsos dioses que más impiden la verdad y el verdadero progreso en la vida persona y social”, cuando aceptamos la primacía de la verdad y nos hacemos “cooperadores de la verdad” (3 Jn 8), estamos creando la cultura del amor. El Círculo del Odio y el Amor.

2. Una historia puede ilustrar la cuestión. Cuentan que un importante señor gritó al director de su empresa, porque estaba enfadado en ese momento. El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa. Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato. La empleada dio una patada al perro porque la hizo tropezar. El perro salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por la acera, porque le cerraba el paso. Esa señora fue al hospital para ponerse la vacuna y que le curaran la herida, y gritó al joven médico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada. El joven médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado. Su madre, tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus cabellos diciéndole: - "Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida favorita. Tú trabajas mucho, estás cansado y precisas una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y perfumadas, para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor". Bendijo a su hijo y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos... En ese momento, se interrumpió el círculo del odio, porque chocó con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor. Si tú eres de los que ingresaron en un círculo del odio, acuérdate que puedes romperlo con tolerancia, dulzura, perdón y amor. No caigamos en el círculo del odio pensando que es imposible encontrar amor: la manera más rápida de recibir amor es darlo, hay más alegría en dar que en recibir. El amor lo perdemos cuando lo queremos para nosotros, es como el fuego que cuando lo extendemos nos acaricia con su calor; el amor tiene alas y no hay que encadenarlo. El amor es el don más preciado que Dios nos ha regalado, y que nos da la oportunidad de regalar. Además, cuanto más se da más nos queda porque se agranda nuestro corazón al amar, ahí está el secreto del amor. De nada tiene necesidad este mundo como del amor. Leía hace poco algo que nos viene muy bien para permanecer en el círculo del amor, y no caer en el del odio: -el amor alienta, el odio abate; -el amor sonríe, el odio gruñe; -el amor atrae, el odio rechaza; -el amor confía, el odio sospecha;-el amor enternece, el odio enardece; -el amor canta, el odio espanta; -el amor tranquiliza, el odio altera; -el amor guarda silencio, el odio vocifera; -el amor edifica, el odio destruye; -el amor siembra, el odio arranca; -el amor espera, el odio desespera; -el amor consuela, el odio exaspera; -el amor suaviza, el odio irrita; -el amor aclara, el odio confunde; -el amor perdona, el odio intriga; -el amor vivifica, el odio mata; -el amor es dulce; el odio es amargo; -el amor es pacífico; el odio es explosivo; -el amor es veraz, el odio es mentiroso; -el amor es luminoso, el odio es tenebroso; -el amor es humilde, el odio es altanero; -el amor es sumiso, el odio es jactancioso; -el amor es manso, el odio es belicoso; -el amor es espiritual, el odio es carnal.-El amor es sublime, el odio es triste. -El amor todo lo puede... -No hay dificultad por muy grande que sea, que el amor no lo supere. -No hay enfermedad por muy grave que sea, que el amor no la sane. -No hay puerta por muy cerrada que esté, que el amor no la abra. -No hay distancias por extremas que sean, que el amor no las acorte tendiendo puentes sobre ellas. -No hay muro por muy alto que sea, que el amor no lo derrumbe. -No hay pecado por muy grave que sea, que el amor no lo redima. -No importa cuan serio sea un problema, cuan desesperada una situación, cuan grande un error, el amor tiene poder para superar todo esto. Quien es capaz de experimentar realmente el amor, puede ser la persona más feliz y más poderosa del mundo. Amar... Siempre... En cada acto, en cada pensamiento, en cada día que amanece, en cada noche que llega, hacer de la vida siempre una canción de amor...

Dice san Juan de la Cruz: «A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar a Dios como Dios quiere ser amado y deja tu propia condición».

3. El Evangelio de hoy nos marca una pauta: en los demás está Jesús presente. «En nuestra época, especialmente urge la obligación de hacernos prójimo de cualquier hombre que sea y de servirlos con afecto, ya se trate de un anciano abandonado por todos, o de un niño nacido de ilegítima unión que se ve expuesto a pagar sin razón el pecado que él no ha cometido, o del hambriento que apela a nuestra conciencia trayéndonos a la memoria las palabras del Señor: “Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40)» (Gaudium et spes).

Cristo vive en los cristianos, y le da un sentido más profundo a las relaciones humanas, ver a Jesús en los demás da una orientación a todo nuestro actuar: “el corazón del progreso es el progreso del amor. Y el corazón del amor es la cruz, el perderse con Jesús” (Ratzinger). Hoy en Roma se revive la “statio” (la estación, una sucesión de iglesias romanas en las que se reparten las celebraciones cuaresmales) en San Pedro “in Vinculis”, iglesia construida al lado de un tribunal romano; ahí se guardan las cadenas de Pedro en la cárcel. Sugiere también esto los dos aspectos de ese amor que encadena, y que establece un juicio muy diverso de los humanos, pues aquí sólo manda el amor: «Jesucristo ha de venir al fin del mundo, para juzgar a vivos y muertos, y para dar a cada uno según sus obras, tanto a los reprobados como a los elegidos (...) para recibir según sus obras, buenas o malas: aquellos con el diablo castigo eterno, y éstos con Cristo gloria eterna». Pidamos a María que nos ayude a esta conversión en el amor.