XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Este domingo XXII trata del seguimiento  de Cristo, de sus condiciones y requisitos.

            Primera Lectura: Jeremías 20, 7-9 

            Consideramos acertada la elección de esta lectura como introducción al Evangelio. Jeremías  es todo un paradigma  del discípulo del Señor Yahvé. Vive su vocación profética, goza de ella, se arrepiente al mismo tiempo; pero no puede dejar de ser profeta. La vocación de Jeremías fue para él fuente de gozo y de sufrimiento; pero al mismo tiempo lugar de la experiencia infinita de Dios.            

            Vamos a analizar  esta bella  perícopa; quizá a veces  no bien interpretada. Hacemos de ella una presentación global y después una  exposición  versículo por versículo. La perícopa  elegida  forma parte de la quinta confesión de Jeremías.  

            La  oposición   contra Jeremías   crece; su tensión  interna   alcanza   su cota  más elevada. Las tres partes  de esta confesión marcan  la cumbre  del desgarramiento  psicológico  en que se encuentra  el profeta.

La primera   parte  (Jer 20, 7-10)  es una queja   dirigida a Dios. La  secuencia  seducir-violentar-poder expresa   una acción  de fuerza  por parte  del Señor, similar  a la que  intentan  los enemigos   de Jeremías (Jr 20, 10). El profeta  se queja  de tener que predicar  lo que no le gusta, de ser  por ello  objeto  de burla  y de no poder  dejar de hablar. La misión  profética   es connatural  a su personalidad.  

            7 Me sedujiste, Señor,  y me dejé  seducir; me forzaste  y me pudiste. Yo era  el hazmerreír todo el día, todos se  burlaban  de mí.           

            Parece una contradicción lo que dice Jeremías. Seducir  exige por su significado rechazo, repulsa, nunca entrega; aquí Jeremías quiere acentuar  la resistencia: me sedujiste; pero otra parte no quiere dejar de presentar que a él le complacía  la seducción de Dios, de aquí cómo este texto ha sido elegido para las celebraciones de la vida religiosa etc., por su dimensión segunda, por el atracción del amor de Dios. En este domingo no debemos olvidar el primer significado  de seducir: Me engañaste: el verbo  Patâ significa  “seducir”, y se emplea  en el caso  de una virgen  que es seducida  por un hombre: “Si un hombre seduce a una virgen, no desposada, y se acuesta con ella, le pagará la dote, y la tomará por mujer” (Ex 22, 15). Muchas veces  significa  simplemente   “engañar”, y se aplica  a los falsos  profetas  que son burlados  por Yahvé.

            Vemos  cuán atrevido  era Jeremías  al dirigirse   a Yahvé.   fuiste  más fuerte: Una traducción  más literal  diría “ me agarraste y me pudiste” El verbo  Hazag ( agarrar)  figura  también  en un contexto  de seducción  sexual: “Pero si es en el campo donde el hombre encuentra a la joven prometida, la fuerza y se acuesta con ella, sólo morirá  el hombre que se acostó con ella;” ( Dt  22, 25). Jeremías   ya ha  llamado a su Dios  “arroyo mentiroso” (15,18), pero aquí   el reproche  es mucho más  atrevido: Yahvé  ha engañado  a su mensajero. 

            8. Siempre  que hablo  tengo que  grita: “Violencia”,  y proclamar  “Destrucción”La palabra  del Señor   se volvió  para mí  oprobio  y desprecio  todo el día.           

             Jeremías  ha sido  enviado  para desarraigar  y arrasar, para edificar y plantar  (1, 10). Hasta ahora, su mensaje  ha  respondido   a la primera  parte  de ese programa  y, en consecuencia, se ha  visto  expuesto  a una constante  persecución. Se siente  engañado, pues si hubiera  podido  edificar  y plantar, la situación  hubiera sido  distinta.

            Realmente  Jeremías se  expresa con una gran sinceridad: se siente engañado  engañado por Dios; su Palabra  es para él causa de desprecio, de sufrimiento. Sería ofensa  a Jeremías quedarnos sólo con esta primera parte; en el fondo sabe  que Dios le ama, que lo valora, que siempre le dice la verdad; pero quiere que su Profeta le valore, le responda de una forma positiva.

            Todo discípulo  del Señor  verá en Jeremías a  alguien en quien mirarse, en quien animarse, con la condición de que continúe  ahondando en el comportamiento de Jeremías, pues es profeta de verdades  totales no a medias.  

            9 Me dije: no  me  acordaré  de él, no  hablaré  más de en su nombre; pero la palabra  era en mis  entrañas   fuego  ardiente, encerrado  en los huesos; intentaba  contenerla, y no podía.

            Jeremías está enamorado de Dios; se ha dejado  enamorar de él. Todo su ser está embriagado por Dios; Jeremías es un místico, que sabe quién es Dios.

            Este  versículo  es importante  para el estudio  de la Inspiración  profética; su impulso  es irresistible. Amós, 3, 3-4  había  expresado  ya esta misma  idea mediante  una serie de imágenes: “¿Caminan acaso dos juntos,   sin haberse encontrado? Jeremías ha encontrado a Dios, por esto mismo camina junto a él, aunque a veces le cueste.

            ¿Ruge el león en la selva  sin que haya presa para él?  ¿Lanza el leoncillo su voz desde su cubil,   si no ha atrapado algo? Tanto León como el leoncillo  gritan, porque están contentos, han atrapado algo para comer. Jeremías grita, porque Dios le despierta, le renueva, le agita por dentro, porque le causa vida.            

            Se dice  que Yahvé  es un  fuego  devorador”: “La gloria de Yahveh aparecía a la vista de los hijos de Israel como fuego devorador sobre la cumbre del monte” (Ex 24, 17) Unicamente  Jeremías   aplica  la expresión   a la  palabra de Dios: “Por tanto, así dice Yahveh,   el Dios Sebaot: Por haber hablado ellos tal palabra,   he aquí que yo pongo las mías   en tu boca como fuego,   y a este pueblo como leños,  y los consumirá”  (5, 14); “¿No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo golpea la peña?” (23, 29).  

Jeremías nos puede ayudar a vivir la experiencia de la llamada del Señor. Su llamada es muchas veces paradójica: pues  llama, causa gozo y paz, enamora (seduce); pero hay momentos  en los cuales la Palabra de Yahvé  no tiene sentido, no tiene entidad; es fuente de engaño, de horror; pero nunca  se le puede  no escuchar, no atender. 

Es estribillo  es muy elocuente: “Mi alma   está  sedienta  de ti, Señor, Dios mío. Seducir  como resistencia, seducir como enamoramiento. Este versículo  lo ponemos  en los labios  de Jeremías, en la boca  de todos los discípulos  del Señor. El salmo 62, tan usado en la Liturgia de las Horas, es muy adecuado para acentuar y recalcar  el mensaje de la Lectura Primera.  

Segunda Lectura: Romanos 12, 1-2: Nueva  vida  en Cristo  

Como siempre vamos a contextuar  esta perícopa  para poderla entender mejor. Hemos prestado mucha atención en nuestras homilías a esta segunda  lectura de la Carta a los Romanos por su importancia teológica.

Los grandes  principios  de la moral  cristiana  han sido  ya  adelantados  por Pablo  en los capítulos  anteriores. Lo que   hace  en esta sección  exhortativa  es descender  a conclusiones  prácticas más concretas. Podemos poner ejemplos de esta practicidad: Que todos  y cada uno hagan  buen uso  de los diversos  dones  recibidos   de Dios (Rom  12, 5-8). Que en medio   de la comunidad  cristiana  reinen  la paz, la armonía, el espíritu  de trabajo y de servicio, la buena conducta  social, la tolerancia y el respeto a los demás  (Rom 12, 11-20; 13 1-7; 14 1-12).  

            La Liturgia presenta sólo dos versículos del capítulo 12 para este domingo XXII del Tiempo Ordinario.

            Como  señal   inequívoca  de que nos  encontramos  ante  una sección  exhortativa, observamos que los  imperativos  comienzan  a sustituir  a los indicativos. 

            1 Os  exhorto, por la  misericordia  de Dios, a presentar  vuestros    cuerpos  como hostia   viva, santa, agradable  a Dios; éste  es vuestro culto  razonable.  

            La exhortación  difiere  del mandato, porque es  el apóstol  el que invita  a obrar en un sentido  u otro, y no Dios  o Cristo. Pero  su autoridad y validez no  es la  del apóstol  en cuanto  hombre, sino la de Dios.

            Pablo se apoya  para exhortar a los Romanos en la misericordia  de Dios. Cuando el hombre se siente amado por Dios, se le puede pedir  todo; pero cuando falta este amor, la exhortación no funciona, pues se hace imperativa, quizá opaca. La palabra Misericordia  aquí tiene un significado muy especial.            

            En el pasaje  11, 30-32, Pablo  entiende toda la historia  entre Dios y los hombres   como un triunfo  de la misericordia  divina  sobre  la rebelión  humana y como  una demostración  de lo que Dios es y de lo que  es su justicia: una  sobreabundancia  de  gracia  que anega los pecados   de todos: “La ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia;” ( Rom   5, 20s).  

El término  “misericordia” expresa   una inclinación  personal: la acogida  cariñosa  a los  rebeldes  postrados  en su miseria. Siendo  este cariño  de Dios  el que da autoridad y fuerza  a la  exhortación  del apóstol, ésta adquiere el carácter  de infinita  solicitud  y la eficacia  de un consuelo  reconfortante. La severidad “paterna”  y la dulzura “materna”  se funden  así en la exhortación  eclesial, donde Dios  mismo se expresa  tal como es. Dado  que la autoridad   de Dios, que faculta  al apóstol para exhortar, se funda  en su misericordia, aparece con toda claridad el estilo  que debe  tener  el ejercicio  de la autoridad  en la Iglesia.  

A  presentar  vuestros    cuerpos. 

Quizá sea conveniente  el  traer aquí los versículos  12-13 del capítulo 6: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal de modo que obedezcáis a sus apetencias.

Ni hagáis ya de vuestros miembros armas de injusticia al servicio del pecado; sino más bien ofreceos vosotros mismos a Dios como muertos retornados a la vida; y vuestros miembros, como armas de justicia al servicio de Dios “ 

 Los cristianos  deben  ser  consecuentes  con el bautismo: “poniendo  a disposición “de Dios  sus miembros, su persona, para servir  a la causa  del bien. Los cristianos  romanos   deben  pone  sus cuerpos  “a disposición de Dios, a su servicio”                       

Según  Pablo, nuestro  ser “personal”  sólo  es concebible  en su corporeidad  concreta. La  personalidad  en cuanto  corporeidad  significa   mi propio  yo  intransferible y, al mismo  tiempo, mi existencia  orientada  hacia  la comunicación concreta, personal, y no hacia  mí mismo. El cuerpo  de cada uno  de los cristianos  contribuye  así  a que todos juntos  sean “un solo  cuerpo   en Cristo”. 

Como  hostia   viva, santa, agradable  a Dios; éste  es vuestro culto  razonable.

 Esa entrega  corporal a Dios  es el sacrificio  de los cristianos... el único que debe ofrecer. El mundo  que rodea  al cristianismo  primitivo  abunda  en ceremonias  sacrificiales  de todo tipo.

 La respuesta   de la fe viene  a ocupar  en la Iglesia  el lugar  del sacrificio.  

            Ese sacrificio  es “vivo” porque  la fuerza  que en él  actúa  es el  Espíritu  animador  del Dios vivo ; es  “sagrado” porque  Dios santificó  a los cristianos, les hizo  participar   en su santidad, de modo  que su  transformación  total  debe ser  la santidad ; y  es “agradable a Dios” porque  el ofrecimiento  de los cuerpos   ha de realizarse  “conforme al Espíritu”

Tal  comportamiento  es el “culto”  de los cristianos, su culto  “espiritual” 

            Racional, espiritual (logikos), el vocablo  sólo  aparece, además   de en este  pasaje, en 1 Pe  2, 2: “Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación”. El término  logikos  falta   en los Padres  apostólicos  y en los LXX. En los medíos  paganos, en cambio, es un término  fundamental del lenguaje  filosófico , de  capital  importancia en el  estoicismo  y relacionado  con la interpretación  filosófica del culto.  

Pablo  y el autor de la 1Pe utilizan  aquí la palabra logikos por la función  que desempeñaba  tanto  en el lenguaje  estoico  como en el místico: diferenciar  el verdadero culto  frente al culto  falso  en sus  variadas formas. La entrega total a Dios  es el “culto espiritual” de los cristianos.  Pablo   señala   la corporeidad  como el ámbito  donde  ha de  realizarse  el “culto  espiritual” 

Pablo no quiere  expresar   la riqueza  del individuo  mediante solo el cuerpo. Se dirige a una sociedad, que ama al cuerpo, por esto mismo acentúa este valor, lugar donde el espíritu se “realiza”. También quiere  valorar la dignidad de la razón, del espíritu  (no en el sentido trinitario, sino como facultad superior del hombre) El hombre, unidad, compuesto de espíritu y cuerpo, debe dirigirse a Dios  con su totalidad. 

2 Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la  renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto 

            Los cristianos  no deben  comprometerse  en el “esquema”, es decir, en la figura  concreta  del presente siglo, sino que han  de transformarse  haciendo  de su razón  el motor  de la nueva  realidad vital : “Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado  de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva” ( 6, 4).

Esta transformación  y renovación  determina  a partir  del bautismo  la vida cristiana en su totalidad. La razón  del cristiano  es capaz, en virtud   de esta renovación, de percibir, juzgar  y decidir  en cada situación  lo que es  voluntad   de Dios: el bien  que agrada  a Dios, lo perfecto 

Lectura del Evangelio: Mt 16, 21-27   

Comienza   una etapa  nueva  en el camino de Jesús. Mateo  lo subraya: Desde entonces  comenzó Jesús ... ( Mt 16,21), como  había  hecho  cuando  Jesús  comenzó a anunciar  el reino  de Dios: Desde  entonces  empezó  Jesús... (Mt  4, 17).

 Esta nueva  etapa  tiene  como objetivo:   instruir  a los discípulos, que son  las primicias  de la Iglesia. El tema  de dicha instrucción  es el  auténtico  mesianismo  de Jesús  que se manifiesta  en la cruz. Un  anuncio  que se va  repitiendo  hasta  culminar  en el relato  de la pasión-resurrección.

            Esta  tercera  parte  del evangelio  puede  dividirse   en dos secciones. La primera  (Mt 16,21-20, 34)  está  articulada  en torno  a tres  anuncios  de la pasión. (Mt 16,21; 17, 22-23 y 20, 17-19). Toda  ella  es una detallada catequesis  a los discípulos  sobre el destino  de muerte  de Jesús  y las actitudes  que sus discípulos  deben  adoptar. Los tres  anuncios  de la pasión  ofrecen  una guía  para leer  estos capítulos: los discípulos  han de comprender  y aceptar el destino  de Jesús  ( Mt  16, 21-17, 21);  deben  asumir  sus consecuencias  en la vida   cotidiana  ( Mt  17, 22-20, 16),  para lo cual  es necesario  un cambio  de actitud  ( Mt  20, 17-34)

La segunda  (Mt 21, 1-28, 20)  describe  la consumación  del rechazo  de Jesús.

La Liturgia  de este domingo XXII ha elegido los versículos 21-27 de este capítulo 16. 

  Jesús  da un paso  adelante  en su manifestación a los discípulos   y comienza a mostrarles  con claridad que su camino  hacia la   resurrección  pasa por  el sufrimiento  y la muerte. La reacción  de Pedro   contrasta   con su reciente  afirmación  sobre Jesús (Mt 16, 16). El, como los demás discípulos, no han entendido  aún  el significado  de la cruz. Sus palabras  son una  tentación  para Jesús, como  si Pedro  asumiera  el papel  de Satanás ( Mt 4, 1-11) Por eso Jesús  lo increpa  y le invita a tomar  la actitud  del auténtico  discípulo, que camina  detrás  de su maestro. Lo mismo  hará  al final de la sección  con los  hijos  de Zebedeo (Mt  20, 20-28). La  instrucción  de Mt  16, 24-28  explica   con más claridad  lo que  significan   las palabras  que Jesús  acaba  de dirigir a Pedro: el auténtico  discípulo  es el que  sigue  el ejemplo  de la entrega  de Jesús. Los  versículos  21-23 son el primer anuncio de la pasión. Podemos decir que El  reconocimiento  de Jesús  como Mesías  e Hijo de Dios   y la convocación  de la Iglesia  en torno a Pedro ( Mt  16, 13-20)  crean  el ámbito  para que Jesús  comience  a manifestar  a sus discípulos  con claridad que su camino  hacia la resurrección pasa por el sufrimiento y la muerte. 

            Presentamos el contenido de los versículos:   

21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.

Debía ir: expresa  la ineludibilidad  de la pasión  y muerte  de Jesús decretada por Dios; a pesar  de ello, la pasión  y muerte  es maquinada por los dirigentes  judíos. El plan  de Dios  y la responsabilidad humana  no se excluyen   en Mateo, como tampoco   en el resto  del Nuevo Testamento. Jesús   conoce  este plan. Su anuncio anticipa  ya toda la historia   de la pasión  a grandes rasgos. La historia   de la pasión  mostrará, no obstante, que  también  Jesús es parte  activa: recorre el camino  trazado  para él  como hijo obediente  de Dios.

Quizá nos cueste  entender  cómo entra en el plan de Dios  el camino, que Cristo debe seguir. Desde aquí debemos leer la historia de la salvación, que no es una predeterminación  ciega  y a ciegas, sino que la historia de los hombres queda implicada.  

22 Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: « ¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!»

 Lejos  de ti, Señor: “Dios te libre”. ¿Por qué  quiere Pedro preservar  a Jesús  del sufrimiento? ¿Le mueve  una imagen  judía  del Mesías según  la cual  éste  es un personaje  político  y un guerrero? ¿ O se  expresa  aquí  Mateo  simplemente  “ a lo humano”, mostrándose  comprensivo con el dolor  de Pedro  porque   quiere  a  Jesús  y no le gusta  que muera? Dado  que Jesús  alecciona  en vv.  24-26 sobre  el seguimiento  doloroso, Mateo  entendió la protesta  de Pedro  no sólo  como protesta  contra la pasión  de Jesús, sino contra  el propio  sufrimiento  de los discípulos... y de la comunidad. Pedro es  entonces,  también   aquí, portavoz  de los discípulos, lo mismo  que cuando formuló  su confesión  en v. 16. Quizá este aspecto  nos sorprenda; pero no debemos descartarlo. Pedro ama a Jesús, esto es verdad; pero no aceptar que sufra el Maestro  tiene alguna implicación no manifestada  claramente: el sufrimiento  de Pedro y de los discípulos.  ¿Sería demasiado pedirle a Pedro un amor puro, desinteresado a la hora de quejarse de lo que al Maestro le pude suceder? 

23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: « ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!

Satanás  evoca  la última   tentación: “Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás,  y sólo a él darás culto.» (4,  10). Jesús  rechazó  allí  el dominio  del mundo  ofrecido  por el diablo.

Escándalo: es una palabra  fuerte  y designa  objetivamente  la inducción al pecado. La frase   es solemne, y  está  formulada  por Mateo  en contraste  directo  con la roca que Pedro  era en 16, 18. Allí  Jesús   había  llamado  “roca” a Pedro  por algo  que ni la

carne  ni la sangre, sino  el Padre  celestial  le reveló; aquí  Pedro  es “escándalo” porque  no juzga con criterio  divino, sino humano

Pedro  es roca  por un don  divino; desde  sus propios  pensamientos  es “escándalo”. Su  oposición  tiene, pues, un significado  típico: Pedro  piensa sobre el sufrimiento  lo que piensa  “el hombre”: de modo  razonable, egoísta, quizá  humanitario y tierno; pero no según Dios.

Creo que no debemos olvidar esta enseñanza. San Juan de la Cruz de una forma  sencilla; pero profunda  decía: El hombre habla  lenguaje de tierra  y por esto mismo no se puede entender con Dios, que habla lenguaje de eternidad.  

24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

            25 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará 

 La pasión  de Jesús  y el seguimiento  de los discípulos  se implican. Mateo  había  aprendido  del evangelio  que la comprensión   real de Jesús  sólo era posible  en el seguimiento  doloroso. El mismo formuló  como axioma  que el mero: “¡Señor, Señor!” no sirve de nada en el tribunal  del Hijo  del hombre (7, 21); lo importante  es la obediencia.

            En 13, 19-23 hacía   notar  que “entender” y  “producir fruto” se implican. Pedro “entendió quién  era Jesús; pero no estaba  dispuesto  a llevar  a la práctica  esa comprensión. Por eso  explica ahora  Jesús cuáles  son  las consecuencias  de su camino de sufrimiento.

  Mateo  repite  aquí  primero  los logia  ( expresiones)  del seguimiento  con la cruz  y la pérdida  de la vida que había  incluido  al final  del discurso a los discípulos 10, 38s;  no lo hace  al azar, porque  figurasen  en sus dos fuentes  principales, sino porque  eran  importantes  en principio.

 En v. 21 queda  claro,  más claro  aún  que en 10, 38s, que Mateo  argumenta  desde Cristo: no se trata  de rechazar  el ideal  de vida  que hace  consistir  la felicidad  del hombre  en la liberación  de todo sufrimiento para sustituirlo  por la adicción   al sufrimiento  o por la ascesis; se trata  de la entrega  de los  discípulos a Cristo, una entrega que cuesta  lo suyo. También  está claro  que este sufrimiento  no es un  aguante   pasivo, sino una  forma  de vida activa.

Eliminar  el sufrimiento, el dolor  por parte del hombre en pro del hombre es algo honorable, digno de ser aplaudido; pero hablando en cristiano es Cristo quién explica el sufrimiento, porque El asumió este camino.

Siempre Cristo punto referencial, también y casi especialmente  en lo referente a la cruz, al seguimiento de El.

 Si alguno quiere ... como en  10,  39, el dicho  sobre la pérdida  de la vida  indica  que  el martirio  es el ápice del seguimiento  en la cruz, sin ser su condición: al seguidor  de Jesús   le será  otorgada  la vida  a través  de la muerte.

            Aquí, sin embargo, el llevar   la cruz, que es prioritario, no  desemboca  en el martirio  y tiene  un sentido global: designa  todo sufrimiento  por la causa  de Jesús. Positivamente , “llevar la cruz” significa  en la intención de Mateo orientarse  en Jesús como  modelo de vida  y saber  que el apoyo  viene del Señor  que fue  exaltado  por Dios

26    Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? 

Se puede  ganar un dineral y morir   de repente. ¿Por qué  quiere el avaro acumular  si no puede  pervivir?

¿Qué  puede dar el hombre a cambio de su vida? Tiene  afinidades  con la formulación  del Sal 49, 8s: “¡Si nadie puede redimirse          ni pagar a Dios por su rescate!;” pero  el contenido  de esta formulación  no es, como en el salmo, que nadie  es lo bastante  rico para  poder escapar  de Dios, sino, como en proverbios griegos similares, que no  hay  ninguna moneda  de cambio, ningún valor sustitutivo  para la vida: ésta  es más que

todo el oro; es lo más valioso  que existe.

 Mateo, por tanto, expresa  básicamente, en la  negación  de sí mismo, un “no” al afán  de posesión. Mateo  no viene  a expresar  que la vida terrena   sea el más  valioso  de todos los bienes Su vocablo alma trasciende   la vida terrena. Sólo  el juez universal  otorgará  o quitará  la vida  en un sentido último. Podemos distinguir como tres estadios en la proposición de Mateo: Con dinero no se puede comprar la vida; pues ésta ( segundo estadio) vale más que todo; pero existe otra vida ( tercer estadio) que vale más que la poseemos, la que nos dará el juez  universal.

El carácter trascendental, escatológico de esta perícopa es muy grande. No vale ya solamente la ascesis, sino que es necesaria la dimensión teologal.  

27    Porque  el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno  según su conducta. 

 El texto  menciona  la hora  del Hijo del hombre que vendrá  con sus ángeles para juzgar  al mundo. Habla, obviamente, del juicio  sobre  la conducta  humana, que el evangelista  describirá  en 23, 32-46 con más detalle 

El uso  del término  conducta, que los  LXX  suelen evitar, es  extraño  a la tradición; Mateo  lo utiliza  en este caso, quizá, porque dentro  del contexto  no se habla  primordialmente  del “obrar” activo, sino del sufrir  activo de los discípulos.

Una lectura demasiado ascética, demasiado  a lo humano del evangelio no llega a captar la grandeza del mismo. Aquí Mateo es un hombre teologal, aunque a primera vista aparezca un asceta. También San Juan de la Cruz  viene en nuestra ayuda: “Ama a Dios como El quiere ser amado y olvida tu condición” 

Resumiendo  las tres lecturas  podemos sacar estas conclusiones:

La lectura primera  nos presenta a Jeremías, modelo del seguidor de Cristo, en sus diversas  fases, de luz  y de oscuridad; el salmo es la proclamación cómo todo discípulo debe tener hambre del seguir al Maestro por amor; la segunda lectura  es una expresión de una entrega total y el Evangelio  indica cómo se debe entender a Jesús: su persona y sus exigencias.