XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

¿Se preocupa  Dios  de los males  de este mundo?

 Parecería  imposible, viviendo  la situación  del mundo  y los muchos  males  que le aquejan, tanto  de orden  natural  como  humano, creer  que Dios  es bueno, omnipotente, cercano  a nuestra historia.

            ¿ Cómo  puede “permitir” Dios  que haya  catástrofes  en que  mueren  tantos   inocentes y que los malvados  se salgan  con la suya, imponiendo  su ley  a los demás? ¿Cómo  se compaginan  el hambre, las sequías, las inundaciones, los  terremotos    con la bondad  y la  omnipotencia  de Dios?

            No sabemos  la respuesta, nos   resulta  misteriosa. Sin embargo, Dios   sigue  siendo el cercano, y su  proyecto  salvador  continúa, y su  poder curativo nos lo  aseguran, por   ejemplo, las lecturas  de hoy, aunque  también  nos  invitan  a que colaboremos  nosotros  con nuestros  esfuerzos  para vencer  al mal  en todos  los órdenes.

 

            Primera Lectura: Isaías 35, 4-7a: La vuelta a Sión

 

            Los capítulos  34-35 de Isaías  constituyen  una unidad estrechamente  relacionada  con el segundo Isaías (Is 40-55).Destaca  en ellos  el contraste  entre la destrucción de las naciones, especialmente de Edom, con la gloria del pueblo elegido.

            El primer  cuadro   de esta especie de  “díptico  escatológico” es un juicio  que Dios lleva  a cabo  contra Edom, símbolo   y expresión  de los poderes hostiles  (como Egipto, Babilonia y Asiria). El juicio   se concreta  en la ejecución  del castigo y en la destrucción  del reino, que queda  reducido  a espacio caótico y desolado, a  morada  de fieras, entre las que se reparten el país (Is   34, 16-17)  para siempre.

 

            El segundo  cuadro  es la antítesis  de la desolación  y el caos  del cuadro anterior. Lo forman  10 versículos; la Liturgia solamente  toma los  versículos  del 4-7.

            El texto  no es estrictamente   unitario. Su unidad  está   dada sobre todo  por el sentimiento  de alegría  exultante  que recorre  todo el texto.

            El texto  comienza  con el anuncio  de una situación  de fiesta  y alegría  que llena  el desierto y la estepa, pero  que no se ha   verificado  aún ( vv.1-2); Un grupo, aún  no identificado  con  precisión, será  el testigo  de esta alegría. Ellos   verán, podrán  reconocer  y comprender  cosas que  quedarán  ocultas  para aquellos   que  no quieren  abrir sus ojos.

            El grupo se vuelve  progresivamente   reconocible: hay  en él débiles, vacilantes, cobardes: “Fortaleced las manos débiles,  afianzad las rodillas vacilantes”. (35, 3).

            Hay   también  otros, más  fuertes, que deben animar   a los más débiles: “Decid a los de corazón intranquilo: ¡Animo, no temáis!  Mirad que vuestro Dios viene vengador;  es la recompensa de Dios,  él vendrá y os salvará”  (35, 4)

            El fundamento   de este ánimo es la seguridad  de que el Señor  está próximo, que viene. No se puede  determinar  si el grupo  está ya  en movimiento, o si más probablemente, está  aún paralizado por la desesperación, incapaz  de emprender   nada.

            El anuncio  de la cercanía  del Señor  lo despierta  de su parálisis  espiritual y hace  que se ponga  en camino. En este momento  hasta los  cojos, llevados por el  entusiasmo general  y por la ayuda  de los demás, pueden  mantener el ritmo de la marcha: “Entonces saltará el cojo como ciervo”  (35,6).

            Y todos   los que  hasta ahora  estaban   ciegos  y sordos  pueden   ver  y comprender lo que está  ocurriendo: “Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,          y las orejas de los sordos se abrirán”   (35, 5)

            También los mudos experimentarán su curación: “Y  la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo” (35, 6)

 

            El tema  del agua  abundante  (35,6b-7a): “Pues serán alumbradas en el desierto aguas,  y torrentes en la estepa. Se trocará la tierra abrasada en estanque,          y el país árido en manantial de aguas”   debe  ser interpretado  en este mismo contexto. La salvación  implica  convertir  el desierto   en tierra  de aguas, y la abundancia   de agua  significa  que el castigo  ha concluido  y que las promesas  de   restauración  comienzan  a cumplirse.

 

            Creemos que es la lectura muy bien elegida para prepararnos a escuchar el Evangelio.

 

            También es muy acertado el salmo  145: himno  de alabanza  a Dios, creador   y defensor  de los oprimidos.  El versículo 8  es expresivo  de una manera  palpable: “ El Señor  abre  los ojos  a los ciegos,  el Señor  levanta  a los  humillados, el  Señor  ama a los justos”

            El estribillo es también muy elocuente: “Alaba, alma mías, al Señor”

 

            Segunda Lectura: De la Carta de Santiago 2, 1-5: La acepción  de personas

 

            Este capítulo  2 desarrolla  dos aspectos  esenciales  de la fe auténticamente cristiana: la fe  que se verifica   en el amor al prójimo, sin ningún  tipo  de  discriminación  ni de  acepción  de personas ( 2, 1-13); de estos versículos la Liturgia  toma  los cinco primeros; y la fe operativa y eficaz mediante  las obras  concretas,  en contraposición a la religión  reducida a mera  palabrería  o formalismo ( Sant  2, 14-26); de estos versículos la Segunda Lectura del domingo 24 escoge  los vv. 14-18.

 

            Frente a cualquier  clase  de apariencias  externas, y frente a las apariencias  de una fe reducida a tener una  cierta idea  de Dios, más o menos  determinada, la exhortación  del autor  es realista y recuerda  los nervios  fundamentales  de las tradiciones  proféticas  y sapienciales, en la  misma línea  de Amós, Oseas, y el Eclesiástico.

 Critica   duramente   la discriminación  del pobre  y la preferencia  por los ricos  en el interior  de la asamblea cristiana.  La fe  sin obras, como diremos el domingo que  viene, refleja la doble  vida  del   que no quiere  comprometerse  con las exigencias  concretas  de la adhesión  al Dios  que está al lado  de los pobres. La  coherencia  de la fe  cristiana, por tanto, exige   una opción  concreta  y operativa , que cristalice  en  compromisos  y acciones  personales   y comunitarios a favor del pobre. De lo contrario vivimos   una fe  muerta   que no sirve  para nada.

 

            Esta sección  sirve  para   desarrollar  más ampliamente  la exhortación de 1, 22: “Poned  por obra  la palabra”. El desarrollo  sigue   este orden: advertencia  contra la parcialidad (2, 1), ejemplo concreto (vv.2-4), razones   contra  la parcialidad  (vv. 5-13).

           

 

            1 “Hermanos míos, no entre la acepción de personas en la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo glorificado”

           

            La acepción de personas   es pecado. Este  podía ser  como el resumen   más simplificado   de esta pequeña   sección.

            La acepción de personas  pertenece   a las  categorías  corrientes  de pensamiento  del mundo  presente.

            La   expresión  “acepción  de personas”  procede  del campo  judicial. Sugiere el favoritismo y la parcialidad  del juez  que, en lugar  de aplicar   la ley  por igual en todos  los casos  y personas, se deja  influenciar  por la condición  de  las personas  a las que  debe administrar  la justicia.

            Cuando los cristianos   se dejan   llevar  del favoritismo  y la parcialidad  en el trato  con las personas, están  actuando  lo mismo  que un juez  impío  y sin conciencia.

           

            La  acepción  de personas, tal como  es criticada  y excluida  por Santiago, va  en contra  de la misma fe  que los cristianos  han abrazado. En primer lugar  deben  tener  en cuenta  que Cristo  se humilló  y anonadó  a sí mismo. Se están  asemejando  al juez  sin conciencia, que se deja  llevar  por parcialidad  y favoritismos, al dar  sentencias  injustas.

 

            2 “Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido; y entra también un pobre con un vestido sucio;

            3 y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: «Tú, siéntate aquí, en un buen lugar»; y en cambio al pobre le decís: «Tú, quédate ahí de pie», o «Siéntate a mis pies».

 

                        La vivacidad   de este ejemplo  no supone  que se aluda  a ningún   incidente   real. Estos ejemplos  son característicos  del estilo  retórico  de la “diatriba”. Se supone  que tanto  el rico  como el pobre  son desconocidos  en la comunidad, de forma  que su condición  social  se echa  de ver únicamente  por su aspecto

 

            El  segundo  argumento, el básico  en esta sección, es que  Dios  escogió  a los pobres  según  el mundo. Siendo así  esto, cuando la Iglesia   y los miembros  que la integran  conceden  especiales  privilegios   y atenciones  a los ricos, están reproduciendo  la actitud  de la sociedad secular  y actuando  en contra  del designio  y plan de Dios.

 

            5 “Escuchad, hermanos míos queridos: ¿Acaso no ha escogido Dios a los pobres según el mundo como ricos en la fe y  herederos del Reino que prometió a los que le aman?”

 

            La idea  veterotestamentaria  de que  los pobres  son objeto  de especial  atención  por parte  de Dios: “Dirán todos mis huesos: Yahveh , ¿quién como tú,  para librar al débil del más fuerte,   al pobre de su expoliador?” (Sal  35, 10)

 

            Son ricos  por razón de su fe.  Herederos del reino: Esta única   alusión al reino recuerda  la primera  bienaventuranza (Mt 5, 3). Que él ha  prometido: Este  concepto  de la promesa  divina, junto  con las ideas   estrechamente relacionadas  de elección  y herencia, así  como la de una  respuesta  amorosa  a Dios, es la auténtica  base  de la teología del AT y del NT. Los que  le aman: Esta expresión  es tradicional  en el contexto  del premio  que otorga  Dios a la  fidelidad: “y tengo misericordia por millares con los que me aman y guardan mis mandamientos”  (Ex 20, 6)

 

            El autor   sigue  exhortando  vivamente  a los hermanos  y entra  en el problema  de los favoritismos. Con   un ejemplo  típico  ( Sant 2, 2-4)  se describe  una situación  muy concreta  de la vida  para  abordar  el problema  de fondo: la atención   preferente  a los ricos  y el menosprecio  de los pobres. El autor   es tajante  en esta   cuestión: la acepción  de personas  en virtud  de su riqueza  es incompatible  con la fe  en Cristo. La exhortación  se convierte  en una apelación  de carácter  teológico ( Sant. 2, 5-7): ¿ No eligió  Dios  a los pobres  según el  mundo, para hacerlos  ricos  en la fe  y herederos  del reino?...  y en una  constatación  crítica:¡ Pero  vosotros, menospreciáis  al pobre! Esta nueva  antítesis  contrapone  el valor  que el pobre  tiene ante  Dios y la minusvaloración  de que es objeto  por parte de los creyentes.

 

            Evangelio: Marcos 7, 31-37

 

En sus andanzas   por diversas   regiones, ahora en Sidón, fuera, por tanto, del territorio  de Galilea, Jesús cura a un pobre  hombre que le presentan, que  era sordo  y, además, apenas   podía hablar.

 

El relato  de la curación  del sordomudo  resalta  todavía  más  la participación  de los paganos  en el banquete  de la salvación  que Jesús  ofrece, pues su incapacidad  para escuchar  y alabar  a Dios simboliza  plenamente  la situación  del mundo pagano  que Jesús  viene a liberar  con su palabra.

 

            Este relato  de milagro  es exclusivo  de Marcos. Este pasaje  debe estudiarse  a la luz de la curación de un ciego en Betsaida (Mc. 8,22-26).

 

            32  Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan

Imponga la mano sobre él.”

 

            El término  mogilalos (mudo) aparece   únicamente  en este pasaje  y en Is  35, 6: “Entonces saltará el cojo como ciervo,  y la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo.      Pues serán alumbradas en el desierto aguas,   y torrentes en la estepa,

            Es conveniente retener  su significado  simbólico, pues así adquiere unas dimensiones nuevas.

            Que le  impusiera  las manos: La curación  por la imposición  de las manos  no se menciona  en el AT ni en los escritos  rabínicos. Imponer las manos  tendrá un significado  sacramental; algunos sacramentos  requieren este gesto.

 

            33 “El,   apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua.”

 

            El hecho  de realizar  la curación  a solas, como un eco  de 1 Re 17, 19: “Elías respondió: «Dame tu hijo.» El lo tomó de su regazo y subió a la habitación de arriba donde él vivía, y lo acostó en su lecho”, tiene que ver  con el tema  del secreto mesiánico.

            “Le  metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua.” Los gestos  de Jesús tienen  carácter “sacramental” porque realizan  lo que significan: la apertura  de los oídos  y la soltura  de la lengua. Tanto los gestos  de Jesús  como el empleo  de una palabra  extraña  eran corrientes   entre los curanderos  contemporáneos, y  hasta  sugieren  una especie de rito mágico. Es posible  que se consignaran  estos detalles  en la tradición  evangélica  como orientación  para los cristianos  que ejercían  el ministerio  de las curaciones  en la Iglesia primitiva.

 

            34 “Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: = «Effatá», que quiere decir: « ¡Ábrete!”

 

            Miró al cielo: Un gesto  no tanto  de oración cuanto de intimidad  con Dios

            Dio un gemido: Signo  de la profunda  emoción  que siente   Jesús  ante el estado  miserable  de aquel  individuo  o de la trascendencia  de Jesús, que se  siente  oprimido  por las limitaciones  humanas   que el resultan  extrañas.

            Effatá: Marcos   conserva  la palabra   aramea y la traduce: “ábrete”.  El verbo: dianoigo ( abrir) , relativamente  raro  en el NT, aparece  33  veces en la LXX; muy significativo  resulta que uno  de estos lugares  sea Ez 24, 27: “Tu boca se abrirá, y hablará  y ya no  estarás mudo”

 

36    Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban”

 

El verbo  “proclamar”, que  Marcos  reserva normalmente  para la predicación  de  Jesús  y sus discípulos, se aplica  aquí  a la multitud. Es un  típico  término  cristiano, fuertemente conectado  con la  predicación  del evangelio; si bien  no se especifica  el objeto  de la proclamación  de este  hombre.

 

37    Y se maravillaban sobremanera y decían  «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos

 

Nunca   había   señalado  Marcos  con tanta  fuerza  la reacción  de la muchedumbre, prueba  de que  en este caso  tiene  un significado  muy especial. Todas las  cosas  las hizo  bien: muchos comentaristas  ven  en estas palabras  una alusión a Gn 1, 31: “Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto

Hace   oír  a los sordos   y hablar  a los mudos: con esta alusión  a Is 35, 5-6: “Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,  y las orejas de los sordos se abrirán.

            Entonces saltará el cojo como ciervo,  y la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo. Pues  serán alumbradas en el desierto aguas,  y torrentes en la estepa,”   se pone   de relieve   la lección  teológica  que entrañaba la curación: con  Jesús   ha llegado  la era  de la salvación  mesiánica  anunciada  por Isaías.