III Domingo de Pascua, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  
 

 

Estamos celebrando la Cincuentena Pascual, sigue siendo el  protagonista de nuestra Fiesta el Resucitado. En la lectura de los Hechos de los Apóstoles Cristo es anunciado con valentía; en el Apocalipsis el Cordero es ensalzado con vehemencia  y en el Evangelio el Señor es experimentado como El que vive.            

            El pueblo de Dios participa del Cristo Resucitado. Se siente renovado y rejuvenecido: “Que tu pueblo, Señor, exulte siempre  al verse  renovado  y rejuvenecido en el espíritu...” (Oración Colecta). Se siente invitado a la esperanza: “Que la  alegría de haber  recobrado la adopción  filial  afiance  su esperanza  de resucitar  gloriosamente” (ibid.)

Primera Lectura: De los Hechos de los Apóstoles, 5, 27b-32.40b-41 

La lectura primera,   de los Hechos de los Apóstoles (5, 27b-32.40b-41), forma parte de una perícopa más larga: 5, 17-42 (Otra persecución de los Apóstoles)  

27b. En aquellos   días, el sumo  sacerdote interrogó  a los Apóstoles  y les dijo:

28 ¿No  os  prohibimos   terminantemente   enseñar  en nombre  de ése? Y sin embargo  habéis  llenado  Jerusalén  con vuestras   enseñanzas y queréis  hacernos  responsables   de la muerte  de este hombre.

Lo primero que observamos es un interrogatorio  por parte del sumo sacerdote a los apóstoles  acerca de su comportamiento: “... ¿No os habíamos  prohibido formalmente  enseñar  en nombre de éste (Jesús)?. Ellos aceptan que han sido desobedientes, esto es evidente, nadie lo puede negar; pero no lo han hecho simplemente por insolencia, sino por otra motivación. “Hay  que obedecer  a Dios antes que a los hombres”.

Habéis  llenado Jerusalén: La hipérbole  lucana   sirve  para subrayar  el éxito  de la predicación  apostólica. No sólo  la noticia  de las curaciones  milagrosas  de los apóstoles, sino   su enseñanza se ha   propagado  más allá  de la ciudad.  

y queréis  hacernos  responsables   de la muerte  de este hombre: El sumo  sacerdote  no interroga  a Pedro   cómo   los apóstoles  escaparon  de la prisión, sino que trata  de poner  de relieve  la desobediencia a las órdenes  que les  había dado. De nuevo  el sumo sacerdote  evita  mencionar el nombre  de Jesús. El sumo   sacerdote  insinúa   que los apóstoles  buscan la retribución  divina   por la muerte  de Jesús” 

29. Pedro  y los apóstoles   respondieron: Hay  que obedecer  a Dios  antes que  a los hombres.

Este  y los  tres versículos   siguientes  constituyen   la respuesta  de Pedro  a la acusación  del sumo sacerdote; en efecto, en este discurso  Pedro   da testimonio  de nuevo. Recuerda   las palabras  de Jesús  en Lc  21, 13: “esto os sucederá para que deis testimonio”

 Hay  que obedecer  a Dios antes que a los hombres”: Pedro   repite   fundamentalmente   lo que dijo en  4, 19. No niega  que Juan  y él   hayan   desobedecido  las órdenes  que les habían  sido dadas, pero  trata  más bien  de ponerlas  en su propia  perspectiva: ¡  esas órdenes   proceden  sólo  de los  hombres!.                        

30. El  Dios   de nuestros  antepasados  ha resucitado  a Jesús, a quien  vosotros  matasteis colgándolo  de un madero.

Continúa el discurso de Pedro, que se alargará hasta el versículo 32. Al mencionar  “El Dios de  nuestros padres”, Pedro  reformula  la manera  en que  describió a Dios en 3,13: “ El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo  Jesús, a quien vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando éste estaba resuelto a ponerle en libertad.” Pedro  apunta   ahora  su dedo  acusatorio    hacia  las autoridades   religiosas  de Jerusalén  por la muerte  de Jesús.

. “Colgándolo de un madero”. Este nuevo elemento  en la acusación de Pedro reaparecerá  en 10, 39” Colgándolo de un árbol”; se trata de una alusión a Dt 21, 22-23: “ Si un  hombre  es condenado  a muerte  por su pecado y muere colgado de una madero, su cadáver  no quedará  sobre el madero  durante la noche, sino que lo enterrarás el mismo día, pues el que cuelga del  madero es un maldito de Dios, y tú no debes  manchar la tierra que el Señor  tu Dios  te da en heredad”.  

31. Dios  lo ha  exaltado  a su derecha  como  Príncipe    y Salvador, para dar a Israel  la ocasión  de arrepentirse  y de alcanzar  el perdón  de los pecados.  

El  kerigma  de Pedro  proclama  la exaltación  de Jesús y usa  dos títulos  de Cristo  resucitado, Príncipe y Salvador. Este último, ya en  Lc 2, 11, aparece  ahora por primera vez  en Hechos. El  título “Salvador “ha sido  usado   refiriéndose  a Yahvé  en Lc 1, 47: “y mi espíritu = se alegra en Dios mi salvador =”,  así  como frecuentemente   en el AT. Se refiere  a alguien  que libra  del mal físico, psíquico, nacional, natural  o moral. Aquí  haría referencia   a la liberación   del mal  moral (pecado). De esta manera  Pedro  asigna  a Cristo   exaltado  una función  salvífica: Dios lo ha hecho ayudante y salvador  de los seres humanos           

Para otorgarle  a Israel  la conversión con el perdón de los pecados: Esto  es, para   darle  a Israel   la oportunidad  de convertirse. Pedro  expresa el propósito  de la exaltación  divina  de Jesús   y las funciones que Cristo  resucitado tiene  en el plan salvífico  de Dios.            

32. Nosotros  y el Espíritu  Santo  que Dios ha dado a los que le obedecen  somos  testigos  de todo esto.

            Pedro  reafirma   su función  de testigo  y la de los  demás apóstoles. De esta   manera, reconoce   la comisión  que les fue  otorgada  por Cristo  resucitado.  

            y el Espíritu  Santo  que Dios ha dado a los que le obedecen  somos  testigos  de todo esto: Dios   ha otorgado   su Espíritu  a aquellos   que quieren  aceptar  su mensaje, y así  el Espíritu  testifica  a través   de los que han recibido  el mensaje   cristiano.   No sólo  se otorgó  el Espíritu  a los primeros  cristianos  en el primer Pentecostés, sino que Pedro fue lleno también  del Espíritu  cuando estaba  a punto de hablar  ante el sanedrín. En 2, 38 el Espíritu  Santo  es descrito  como un “don” para aquellos  que se arrepienten   y son  bautizados.

El protagonismo del Espíritu Santo en el Libro de los Hechos  es muy evidente: su fuerza  y su vigor  son palpables. 

40b. Les  prohibieron  hablar   en el nombre  de Jesús  y los soltaron

El texto, que leemos en la Liturgia de la Palabra, termina con los versículos 40b-41. 

            Es lamentable que el leccionario  haya olvidado parte del versículo 40: “Hicieron  llamar  a los apóstoles, los azotaron “. En Dt 25, 3 la flagelación  está limitada a cuarenta  golpes: “Podrán darle hasta cuarenta  azotes, no más, no sea  que si le dan más,  tu hermano  quede envilecido  a tus ojos”.

“Les  ordenaron  que no hablaran  más en el nombre de Jesús y los soltaron “(Ibid., 40b). El Sanedrín  repite la prohibición de la  predicación apostólica  y el testimonio cfr., 4,18; 5, 28). De nuevo  se usa  el estribillo  “en el nombre  de Jesús” 

41. Ellos   salieron  de la presencia  del sanedrín gozoso de haber merecido tal ultraje por causa de aquel nombre.

             “ Luego  éstos  se fueron del sanedrín  alegres  porque  habían  sido  dignos de padecer ( se comprende mejor esta afirmación,  si tenemos en cuenta los azotes) ultrajes  por causa de aquel  nombre” ( Ibid., 41).

            Esta reacción  es una nota típicamente  lucana  y que se repetirá a lo largo y ancho del Libro de los Hechos. 

            Muy adecuado el salmo responsorial, el salmo  29, que es un  himno majestuoso  al poder de Dios sobre la creación. El estribillo muy expresivo: “Te ensalzaré, Señor, porque  me has  librado” 

            Segunda Lectura: Apocalipsis, 5, 11-14 

Tras haber sido testigo de la alabanza  celestial tributada a Dios  como Creador  y Señor de todo (4, 1-11), el vidente  contempla ahora al Cordero  que llevó y acabó  la redención.

            Cristo  consiguió la victoria por medio de su sacrificio. No podemos negar esta doctrina, pues de otro modo adulteramos las enseñanzas del Señor. En su condición  de resucitado sólo quedan las huellas de su dolor. Como  consecuencia  de su triunfo  puede dirigir  y culminar, en nombre de Dios, el curso de la historia.

            Sería muy interesante  comentar todos los  versículos del capítulo 5, 1-14 y no solamente los  cuatro últimos.

            Se trata de una liturgia cósmica, toda la creación  proclama la dignidad del Cordero con motivo de su entronización.

             No es fácil la lectura del  Apocalipsis, nos detenemos  en explicar algunos términos importantes de este Libro.  

            (El libro del cordero: 5, 1-14)  

La escena  está  dominada por el tema  del libro  que sólo  el Cordero degollado, pero en pie, símbolo  por tanto  de Cristo resucitado, puede abrir. El libro está   por dentro  y por fuera, es decir,  todo  en él  es palabra  elocuente. Contiene  los designios   misteriosos   de Dios  sobre la historia  y nadie  puede añadir  o quitar   algo  de él. 

Un Cordero: Este es el principal  título de  Cristo en el Ap (28 veces). El tema de Cristo  sacrificado como un cordero se combina con los del Siervo de Yhavé (Is 53, 7) y el cordero pascual (Ex 12). El Ap  considera al Cordero como un vencedor que, después de su sacrificio, conserva su poder y dominio. En pie: esta postura, característica  del sacerdote a punto de ofrecer un sacrificio (Heb 10,11), ¿quiere  sugerir  que el Cordero  es a la  vez sacerdote  y víctima? Más bien significa  la nueva  vida que en adelante  él vive.” El Cordero  que está  en medio del trono  los apacentará  y los conducirá a fuentes de aguas  vivas, y  Dios  enjugará  las lágrimas de sus ojos” (Ap. 7, 17).

Como degollado: El Cordero  lleva todavía las señales de su sacrificio (Jn 20,25.27), pero  ya no es  cautivo de la muerte. Siete cuernos  y siete ojos: Posee  la plenitud del poder y la perfección de la ciencia  y de la providencia. “ Es como  el primogénito  de un toro; todo  él es gallardía; sus  cuernos son cuernos  de búfalo, con ellos  embestirá a los pueblos  hasta los confines  de la tierra” ( Dt 33,17)  

11. Oí  después, en la visión, la voz  de innumerables  ángeles que estaban  alrededor  del trono, de los seres vivientes y de los ancianos; eran   cientos   y cientos, miles   y miles,

Los ángeles   entonan   siete  claros  motivos  de glorificación  divina: el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. Las criaturas, desde  todos  los rincones, aun   los más  recónditos   de la tierra, se suman   a la alabanza   de Dios   y de Cristo. 

12. que decían    con voz  potente: Digno   es el Cordero  degollado, de recibir  el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. 

La doxología  recoge  y amplía la del 4, ll.  La serie  de siete  términos  expresa la plenitud de poder y de gloria. Los cuatro primeros  se refieren  al dominio  del Cordero; los tres últimos  indican  la adoración  de los ángeles.  

13. Y las criaturas  todas del cielo  y de la tierra , de abajo  de la tierra y del mar, oí  también que decían : Al que  está sentado  en el trono y al Cordero, alabanza, honor , gloria  y poder por los siglos  de los siglos. 

Todo el universo   creado (enumeración  de cuatro  términos, incluyendo  ahora  “el mar” tiene  la misión  de glorificar   a Dios  y al  Cordero. Toda   la creación  exulta   de gozo  porque se acerca  el momento  en que  será liberada    de la maldición  y quedará  completamente   renovada: “Luego vi = un cielo nuevo y una tierra nueva = - porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya.” (21, 1).

Al que  está sentado  en el trono y al Cordero: “gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»”  (7,10).

Así   como la doxología  es presentada  a Dios y al Cordero, así  también  la realeza  y el dominio  pertenecen  conjuntamente   al  Padre y a Cristo: “Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono”  ( 3, 21).                                

14 Los cuatro   seres  vivientes   respondieron: “Amén”,  y los ancianos  se postraron  en profunda  adoración.

Ante las cosas grandes, ante el Misterio, ante la grandeza de Cristo Resucitado, solo cabe la adoración, el silencio, la aceptación, el así es. El Cristo del Ap es  para ser ensalzado, festejado y celebrado 

Evangelio: Jn.  21, 1-19 

Este tercer domingo de Pascua  es también un domingo de las  Apariciones del Señor a sus discípulos. San Juan habla de tres apariciones de Jesús Resucitado a sus discípulos: dos de ellas  las hemos leído el domingo primero  y segundo de Pascua; están narradas  en el capítulo 20; hoy  escucharemos la tercera; pero en el capítulo  21.  

Este capítulo  es muy importante, pues es como una síntesis  de grandes  y varios  acontecimientos de Jesús, narrados en el Evangelio.

Este capítulo  aúna   elementos   diversos  procedentes  de  tradiciones   independientes: una aparición  del Señor   resucitado  junto al  lago de  Tiberíades ( Mt 28, 16-18), una   pesca milagrosa   ( Lc  5, 1-11), una comida   ( Lc 24, 30-31. 41-43), la misión   encomendada  a Pedro  (  Lc  5, 10b;  Mt  16, 18), la predicación   del martirio  de Pedro y el destino  del Discípulo   Amado  ( Mt  10, 23; 16, 28; Mc   9, 1;  13, 30).

El elemento   unificador   es la figura  de Pedro. Las distintas   escenas  tienen  como objeto  describir   la relación    de Pedro con Jesús  como  testimonio   directo  de la resurrección ,  como   misionero , como pastor de las ovejas y como mártir; y  también  se ocupan  de su relación  con el Discípulo   Amado.

Este último capítulo  fue añadido a la obra  ya terminada de Jn; de aquí  que se lo considere como epílogo, apéndice, suplemento del evangelista Jn. Si tenemos en cuenta el final del Jn. 20: “Estos han sido  escritos  para que  creáis  que Jesús  es el Mesías...”. Jn 21 comienza de una forma abrupta, sin tener en cuenta lo que precede.            

             El capítulo  21  comprende dos secciones  principales, separadas por una  nota del redactor: “ Fue la tercera  vez  que Jesús  se manifestó  a los discípulos, después de que fue  despertado de entre los muertos”  ( 21, 14).  La primera  sección  es el relato de la pesca: (Jn 21, 1-14)  y la segunda sección  (21, 15- 23): Jesús  y Pedro.  

            Este relato de la pesca  (Jn 21, 1-14)  

            Este relato de la pesca  (Jn 21, 1-13)  recuerda el de Lc 5, 4ss. “Cuando terminó  de hablar, dijo a Simón: rema lago adentro y echad vuestras redes para pescar. Simón respondió: Maestro, hemos  estado toda la noche  faenando  sin pescar  nada, pero  puesto  que tú lo dices, echaré  las redes”. El tercer evangelista  sitúa este acontecimiento  al principio  del ministerio  en Galilea.             

            1. Poco después, Jesús   se apareció   otra vez a sus discípulos junto  al lago  de Tiberíades. 

No se  ha dicho    cuándo  volvieron  los discípulos   desde Jerusalén  a Galilea. Los  relatos  de los peregrinos  medievales asocian  el lugar  de esta aparición  con el de la multiplicación  de los panes , la otra   de las dos únicas   escenas   que este evangelista  sitúa  a orillas  del lago.  

2. Estaban  juntos  Simón  Pedro, Tomás  “El Mellizo”, Natanael el de  Caná  de Galilea, los hijos  de Zebedeo y otros  dos discípulos. 

En Jn 21, 2 se habla de los  Hijos de Zebedeo: esta designación pertenece  a la tradición sinóptica. Hijos de Zebedeo: Si bien  son personajes  destacados   en los sinópticos, Santiago  y Juan, hijos   de Zebedeo, no son  mencionados   por su nombre  en ningún  pasaje  del  cuarto evangelio.  

3. En esto  dijo Pedro: Voy  a pescar. Los   otros  dijeron: vamos   contigo. Salieron  juntos   y subieron  a una barca; pero  aquella noche   no lograron  pescar  nada.

Voy  a pescar: indica  algo más   que una intención  momentánea; Pedro  vuelve  a su antigua  vida, en la que  piensa   permanecer.

aquella noche   no lograron  pescar  nada: Quienes  conocen   bien  las costumbres   de Palestina afirman  que en el lago  de Galilea suele ser  más fructífera  la pesca  de noche  que de día. 

6. El les dijo: echad   la red  al lado  derecho  de la barca y pescaréis. Ellos   la echaron, y la  red  se llenó  de tal  cantidad  de peces que no podían  moverla.

El lado  derecho   era  el de la buena suerte. Es seguro  que el autor  joánico no pensó  que  en este caso  se trataba  de buena  suerte. Juan   quiere  dar a entender que Jesús   posee  un conocimiento   sobrehumano  y que  es un deber moral obedecerle. 

La pesca  milagrosa  simboliza  la misión de la Iglesia. La aparición  del Resucitado  es presentada sobre el andamiaje  de una pesca  milagrosa, que ilumina  la promesa  que había  hecho Jesús a sus discípulos  en el momento de la vocación: “Jesús  les dijo:  veníos  detrás de mí  y os haré pescadores  de hombres”  ( Mc 1, l7); “Entonces Jesús  dijo a Simón: no temas, desde ahora  serás pescador  de hombres” ( Lc 5, 10).  

8. Los otros    discípulos  llegaron a la orilla  en la barca, tirando  de la red llena de peces, pues   no era mucha  la distancia  que los separaba de tierra; tan sólo  unos cien   metros. 

La abundante   captura   de  peces ha de considerarse   como un “signo” que  recuerda  la  gran cantidad de vino  de Caná ( 2, 6), la multiplicación  de los panes ( 6,11), el agua  viva ( 4, 14; 7,  37ss),  la vida  eterna  otorgada  por el Buen Pastor ( 10,  10)  y la plenitud   del Espíritu  ( 3, 34)  

  9. Al saltar  a tierra, vieron   unos brasas, con peces  colocados   sobre ellas, y pan.

La comida  preparada  por el Señor  no puede  sino recordar  la multiplicación  de los panes  ( 6,9), que a su vez  es un signo  de la eucaristía, la distribución de la vida, que comunica el Espíritu.  

10. Jesús    les dijo: Traed  ahora   algunos   de los peces  que habéis  pescado.  

Traed pescado: Esta orden   no ha  de explicarse   en relación  con la comida  que ya estaba preparada. Es probable  más bien  que el Señor   intentara  subrayar  que el oficio  de pescador  simbolizaba  la misión apostólica.  

11. Simón  Pedro   subió  a la barca y sacó  a tierra la red llena  de peces; en total  eran ciento  cincuenta  y tres  peces grandes. Y, a pesar  de ser tantos, la red   no se rompió.

ciento  cincuenta  y tres: La mayor parte  de los  comentaristas, antiguos  y modernos, ve  una  intención simbólica  en este   número, pero   hay  acuerdo   en cuanto a su sentido.  

La red  que no se rompe  acentúa la capacidad  de la Iglesia  para recibir  en su  seno  a todos los hombres, por muy distinta  que sea su mentalidad  y cultura: “ ... Y aunque   eran  tantos, no se rompió la red.” (Ibid., 11)             

12. Jesús   les dijo: venid  a comer. Ninguno  de los discípulos  se atrevió  a preguntar: “¿Quién   eres?”, porque   sabían  muy bien  que era   el Señor.  

“Ninguno de los discípulos  se atrevió  a preguntar: ¿Quién eres?, porque  sabían  muy bien  que era el Señor” (Ibid., 12). Nos sorprende el miedo que todavía tienen los discípulos al Señor. Estas palabras indican, como decíamos más arriba, que este relato del capítulo 21 es anterior a las apariciones  del capítulo 20, aunque actualmente se encuentre después. 

13. Jesús  se  acercó, tomó  el pan  en sus manos  y se lo  repartió; y lo mismo  hizo  con los peces.

En  Lc   24, 42s hay  una escena  en que Cristo  resucitado  come  con sus discípulos, pero su intención  es distinta. Aquí   no se dice  que el mismo Jesús  tomara parte   en la comida, sino  que distribuyó  los alimentos;   nuevamente   esto nos recuerda  las expresiones   de  6, 11, el milagro   de los panes que tuvo  lugar precisamente  junto  a este mismo  lago  

14. Esta   fue la tercera  vez que Jesús  se apareció  a  sus discípulos, después   de haber  resucitado  de entre los muertos.  

Jesús   y Pedro: vv. 15-19 

El NT atribuye  únicamente  a Pedro  la primacía   en la Iglesia  apostólica,  y ello  por decisión  del mismo  Señor. Al    igual que los otros  evangelios, Jn   ha destacado  constantemente  la posición  especial  de Pedro  a partir  del dato  significativo  del cambio  de nombre  en 1, 42. En la presente  sección   se ha  añadido  el testimonio  joánico  sobre la primacía  de Pedro para completar  el testimonio  evangélico.

Pedro  confiesa tres veces su amor  al Señor, en reparación  de su triple  negación  y se le confiere  el cuidado  supremo  del rebaño (  Mt  16, 17-19; Lc   22, 32). Este  pastoreo  debe   asemejarse   al de Cristo, que entregó   su vida  por las ovejas (Jn 10, 10-18)  

La preocupación   del Resucitado  por la comunidad postpascual  se manifiesta  en el encargo  encomendado a Pedro. El  toma  la iniciativa    para comenzar  la tarea  evangelizadora: voy a pescar, y él termina  la faena, llevando  la red a la orilla y manteniendo  la unidad de la Iglesia.  

15.  Después  de comer, Jesús  preguntó a Pedro: Simón, hijo  de Juan, ¿me  amas más que  éstos? Pedro  le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Entonces  Jesús  le dijo: Apacienta   mis corderos. 

¿Me  amas más que  éstos?: La pregunta   está  artificiosamente   formulada, y Pedro   se muestra   capaz   de afrontar  la prueba.

 Antes   aparecía  tranquilamente   confiado   en sí mismo: “Pedro le dice: « ¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti.»” ( 13, 37); en  Mc  14, 29  pone  su fidelidad   en contraste   con la de los  demás discípulos: “Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no.»”;  ahora  no presumirá  de nada ni pretenderá  comparar  su amor  con el de los demás, sino que  humildemente  afirma  que ya sabe  el Señor  todo lo concerniente  a su amor.  

La  interpretación  tradicional  de que la triple pregunta  del Señor  pidiendo  una triple  profesión  de amor  correspondía  a la triple   negación   de Pedro  es indudablemente   correcta.

“Apacienta  mis ovejas”.  La Iglesia de Roma, de Occidente, representa una Iglesia que tiene ya una estructuración bastante definida; la Iglesia de Oriente, del Asia Menor, goza de una riqueza carismática grande; pero le faltan  unas estructuras; de aquí la necesidad de apuntalar  bien esta organización jerárquica  para que el carisma  pueda ser fecundo  y bien canalizado. 

18. Te aseguro  que cuando   eras  más joven, tú mismo  te ceñías el vestido  e ibas  adonde  querías; mas, cuando seas  viejo, extenderás   los brazos  y será  otro quien  te ceñirá  y te conducirá  adonde  no quieras ir.  

cuando seas  viejo, extenderás   los brazos  y será  otro quien  te ceñirá: Expresiones   semejantes   son utilizadas  por escritores  contemporáneos  cristianos  y no cristianos  refiriéndose   a la crucifixión 

Materialmente, las palabras   del Señor  significan   poco más que esto: cuando  es joven   un hombre puede ir  libremente   adonde  quiere, pero cuando  llega a viejo tiene que consentir  que le lleven  adonde no   quiere.

Pedro  confiesa  tres veces  su amor al Señor, en reparación  de su triple  negación  y se le confiere  el cuidado  supremo del rebaño. “ Se entristeció  Pedro  de que  le preguntara  por tercera  vez  si lo  quería  y le contestó: Señor, tú  conoces  todo,  tú sabes  que te quiero”  ( Jn 21, 18). 

Será   destino  de Pedro  seguir  al Buen Pastor en todos sus detalles, incluso  en la entrega  de la propia   vida: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (10, 11)  

19. Jesús  dijo esto para indicar  la clase  de muerte  con la que  Pedro  daría  gloria a Dios. Después  añadió: Sígueme.

Este  es el  más antiguo  testimonio   escrito   referente  a la tradición  del martirio  de Pedro  en la cruz, acontecimiento  bien conocido   de los cristianos   para los que  se escribió  este evangelio.

Esto dijo   aludiendo  a la muerte  con que iba  a dar gloria a Dios:   ésta es la interpretación del narrador, el cual cuando escribió este capítulo, ya sabía cómo Pedro había muerto.

“Tú sígueme” así termina este último versículo. Ahora Pedro comprende mejor las cosas y no tiene miedo. Cuando se ha experimentado el Amor de Dios, el hombre se hace valiente, santamente atrevido, pues desconfía de él para confiar totalmente en el Señor Resucitado; jefe y Salvador de la humanidad.